martes, 27 de diciembre de 2011

Sublimente


Soy genial. A ver, sé que no está bien que me eche piropos a mí misma -aunque bien pensado, si no lo hago yo, ¿quién lo va ha hacer?-, pero ¿quién es capaz de negarlo? Sí, es verdad que llevo dos días dando vueltas y vueltas en mi cabeza, imitando a una noria de feria, al mismo tema, a la misma persona, a la misma cara. Sí, a veces, en estos días, he llorado en silencio, le he odiado, he sonreído como una estúpida al recordar cosas graciosas, le he dado la razón en mi habitación cien veces, y se la he quitado en ciento dos ocasiones.

Pero soy genial, perfecta, la mejor de todas. Soy retorcidamente encantadora, perversamente increíble. Una chica única; una especie en peligro de extinción. Porque hoy, me ha venido a ver, con su estúpida sonrisa perfecta en la cara. Y no, no he saltado a sus brazos, no le he pedido que nunca mas me volviera a dejar, no le he echo caso a sus palabras bonitas. No he dejado que me besara, ni que me me dijera lo que quería escuchar. Me ha abrazado, eso sí, de esa manera que a mi me encanta, con los ojos cerrados y los brazos abiertos. Y ha intentado, una y otra vez, encontrar a la chica que le quería -para que engañarnos, aún le quiero. La misma que solo le miró a la cara para decirle que no entendía que había pasado, y que necesitaba que se lo explicasen todo, punto por punto.

En serio, soy genial. Y no lo digo yo, me lo acabas de decir tú. Lo siento, ahora has echo que me lo crea, y nadie ni nada me va a parar. Acabas de despertar a una fiera -grr-.

*sublime.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Estoy intentando contarte


Y al final, mi deseo desesperado de Navidad, aquel que pedí en voz baja, gritándolo con ojos llorosos a la noche, esperando que lo oyeras, se ha cumplido. Por desgracia, porque esta mañana me he despertado con los ojos aún llorosos, jaqueca grave y las manos frías. La nariz mocosa, el animo por los suelos, la sonrisa triste y forzada. Por suerte, porque hoy solo he llorado a ratos, pero podía hablar, al menos con la voz entrecortada, pero algo es algo. 

La verdad, es que no ha sido tan malo como creía. Es más, de momento no hay nada definitivo. Simplemente, me diste tu opinión sobre algo que puedo -aunque en realidad sea podemos, pero duele menos pensar que es culpa mía, y que en el fondo sepamos que es mentira- cambiar de manera fácil, con un poco de lo que ya sabes que puedo dar. O eso creo.
Y créeme, hoy va a ser una noche que no vas a olvidar. Porque ayer yo te escuche a ti, aguantando las lágrimas, leyendo lo que no quería leer, por no oírlo. Comiéndome el orgullo, los buenos momentos. Eso sí, después me dijiste que había sido increíble, sin queja. 

Pero ahora me toca a mi dejarte claro que no soy así, que a mi no me vas a tener ni un día más llorando. Ni uno más, ni uno menos, a no ser que me des un motivo. Y de momento, ese no vale. 

[...] lo que nunca imaginaste.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Tenían razón,


No sé lo que pasa. No lo entiendo, la verdad. Fue de un día para otro, sin dar explicaciones. Pasar de todo, a nada en un instante. Y no sé en que instante, ¿qué paso? Y llevo ya muchos instantes perdidos pensando cual es el que me falta, el momento justo y preciso en el que se ha dado la vuelta el mundo, sin aviso previo.

Un día me dijiste que era genial que hubiera esa sinceridad entre nosotros. Sí, era genial. Repito, era. Porque ahora mismo no se si hay, no hay, habrá, que hay. Sé que algo hubo, no sé lo que, porque ni si quiera llego a entender el porqué del ahora. 
Me han dicho de todo en estos últimos dos días: que sería y que no serías capaz, que si la noche confunde y que el alcohol aturde demasiado, que si es una etapa o que si he sido una ilusa todo este tiempo. He oído muchas versiones de una misma historia, pero aún me falta una. Quiero tu versión, ahora, rápido. Eso es lo que pido por Navidad, mi regalo de última hora. Aunque me acabe doliendo, dudo que sea igual que lo que estoy pasando ahora. Así que, por favor, como antes: que no haga falta que te lo pida, para que sepas que lo necesito.

*duele menos el dolor, que el no saber.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Se fue trás luces pálidas.


Estoy hundida, destrozada, acabada. Un asco, vaya. No tengo ganas de nada, solo de meterme debajo de las sábanas y gritar. No, gritar no, que así se dará cuenta todo el mundo. Me llega con llorar, pero llorar con rabia, para poder echarlo todo lo que me está recomiendo por dentro y acabar de una vez con esto. Cerrar carpeta, pasar página, hacer borrón y cuenta nueva. Pero, ¿sabéis qué? Que no me sale ser así, tocar fondo y quedarme abajo. Y menos por algo que aún no sé si es cierto.

(A veces, cuando leo historias de pequeñas escritoras en blogs, me doy cuenta de que mi vida valdría perfectamente para una de esas historias, y me he planteado muchas veces si escribir sobre mí sinceramente. Después llego a la conclusión de que no serviría para nada, porque nadie lo leería. Pero sería genial, la verdad. Quien sabe, igual, ahora, lectores anónimos se encargarían de darme ánimo. No lo sé.)

*quizás sera mejor marcharse.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Diez minutos de silencio


No hay nada peor que dudar en ti misma. Es verdad, es lo peor que puedes hacer, lo últimos. Porque si te falla todo el mundo, por lo menos sabes que siempre te tendrás para lo que sea, para martirizarte aún más o para salir a la superficie por tu propio pie cuando nadie espera que lo hagas. Nunca, por favor, seas quien seas, aunque estés leyendo esto sin hacerme caso, dejes de creer en lo que puedes hacer. En tus posibilidades, tus ocurrencias, tus logros, tus sueños. Pero, eso sí, hay que ser un poco realista. Pero con ambición, que cojones; queriendo siempre un poco más, arañando la perfección en cada bocanada de aire, sin conseguirla -porque la perfección no existe, lo sabías, ¿no?-.

¿Y a qué viene todo esto? Simplemente, porque he dudado de mi. No hoy, la verdad, pero hace poco. Si hubiese pasado hoy, no estaría escribiendo; estaría en cama, envuelta en mil mantas que fingen ser abrazos de cartón, llorando lágrimas de cristal en silencio, con la música a todo volumen saliendo incluso por entre los auriculares. ¿Y porqué? Por no ser lo suficientemente buena para él -lo sé, el lo último que se podría esperar-.

Pero ahora, sé que lo soy, que soy la chica perfecta a mi manera; la chica que igual no necesitas -es mentira, lo haces-, es la chica que te quita el sueño y te da la sonrisa. La chica que me la da a mi misma.

*que hace que este tranquilo y me olvide del tiempo.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Realidad,


Me gusta viajar. Me encantaría poder recorrerme país tras país, y conocer a mucha gente. Sueño con poderlo fotografiar todo, y dar la vuelta al mundo una vez, y otra, y otra, hasta que no puedan caminar más mis piernas. ¿Te lo imaginas? Estar un día aquí, y al siguiente despertar en a-saber-donde. En una habitación nueva, en una cama nueva, al lado de alguien distinto, con otro acento, otro olor y otra sonrisa. Y después marcharte en silencio, sin dejar ni siquiera una nota al salir de la habitación, de puntillas, con la ropa en los brazos, y una sonrisa en la boca al pensar en que dirá al despertarse, donde te buscará, o si se ha creído la historia que le has contado.
Sería perfecto: en esta ciudad eres la pintora de cuadros modernistas de fama reconocida en Japón que viene en busca de inspiración para su próxima colección; en la siguiente, una loca secretaria a la cual su marido acaba de dejar; y en aquella de allá, una simple estudiante de intercambio que busca alcohol y música alternativa.

Pero en realidad, sé que no soy capaz de hacer eso. De marcharme sin decir nada de un sitio para no volver nunca más si, pero sin poner nada en juego. Porque cada vez que te dejas querer, poner un poco en la balanza. Dos veces, tres, cuatro. Y cuando quieres romper la balanza, todo lo que has jugado se rompe, se destruye, desaparece. Si, pero en tu contra, siempre en tu contra.


*¿soñar es tan perfecto?

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Posdata.


Nadie me gana a ser borde. Es verdad, soy la más borde; y para una vez que soy buena en algo, quiero se la mejor. También soy una de las más orgullosas; aunque no creo que la más, porque me parece que en eso aún me gana mi madre. Pero de todas formas, soy la mejor en algo. Y me gusta, o por lo menos, me gustaba serlo.

Ahora no. Me ha ido bien hasta hace poco siendo así, sin más, diciendo las cosas claras, y punto. Me ha ido demasiado bien, sorprendentemente bien. No sé ni como he llegado hasta donde estoy siendo así. Pero en este momento, ser como soy me está pasando factura. No me interpretéis mal, no voy a cambiar mi forma de ser. Antes de eso, lo dejo todo; y cuando digo todo, me refiero a absolutamente todo. Pero por seguir siendo la mejor en algo, voy a perderlo todo, absolutamente todo. ¿Absolutamente todo? Para eso aún queda mucho, pero de momento, esta en juego absolutamente algo -aún no soy capaz de creerme dependiente a algo-.

Simplemente, voy a intentar ser un poquito menos, para conseguir un poquito más.

*prometido.

martes, 6 de diciembre de 2011

No pido infinitos, ni siempres


No quiero castillos, cenas a la luz de las velas, películas ñoñas, bombones en forma de corazón. Ni columpios que lleven a las nubes, vestidos pomposos, coronas de diamantes, canciones dedicadas, sonrisas en la cara para siempre, champán francés, quedar bien. Ni morderme el labio, pasar las noches en vela, llevar el pelo perfecto, y la ropa adecuada. No quiero ser el prototipo de chica ideal.

Me conformo con un banco a la luz de la noche, anuncios de radio, magdalenas. Barandillas resbaladizas, chaquetas de plumas, los diamantillos que deja la lluvia en el pelo, saludar con canciones, risas que salen cuando menos te lo esperas, café, hacer el tonto. Usar los labio para no morder, dormir y soñar, ir en coleta y chándal. No ser la chica perfecta, ser la chica más tonta del mundo -pero del mundo mundial-.

*tampoco pido ni favores, ni nuncas.

domingo, 27 de noviembre de 2011

sábado, 19 de noviembre de 2011

753951


Dicen que las cosas más bonitas siempre tienen una explicación. No solo las más bonitas, si no también las más sinceras. Quizás porque sean tan sinceras, tienen un porqué; no lo sé.

Pero también hay quien dice que es mejor no buscarle aclaración, y dejarlas tal y como están; sin molestarlas mucho, pero sin dejarlas atrás. Tenerlas presentes, disfrutarlas, vivirlas, sin saber a ciencia cierta de donde vienen -o a donde van-.
Pueden llamarlo carpe diem, disfrutar el momento, vivirlo al máximo, sin preocuparse del después... como quieras, hay mil nombres, mil historias, mil personal, mil relaciones y tres millones cuatrocientas setenta y ocho mil quinientas doce palabras perfectas referidas a eso*.

159357

*y nadie se pregunta de donde vienen -ni a donde van-.


viernes, 18 de noviembre de 2011

Decir basta.


Darlo todo, en parte, queriendo intentarlo, para llegar a más. Siempre a más, mucho más que antes. Y otra vez, día tras día, hasta que falten las fuerzas y no puedas casi ni respirar. Parar para tomar aire, y seguir. Poco a poco, esfuerzo tras esfuerzo.
¿Pero qué pasa cuando no eres tú la que decides parar? ¿Qué pasa cuando es tu cuerpo el que decide por ti? Pasa que realmente, da todo igual. Es una pequeña batalla, en la que quieras o no, llevas las de perder siempre. Ahí es cuando realmente te das cuenta de lo simples que podemos llegar a ser, que por mucho que lo deseemos, si el cuerpo no te lo pide, no vas a poder seguir hacia delante. Y esperar.

Porque solo queda esperar a que realmente puedas, sintiéndote inútil día a día, un poco más.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Tiritas de corcho mojado.


Tengo miedo. Sí, mucho miedo; miedo del que te nubla los sentidos y hace que no pienses con claridad. Ese que hace que te quedes helado, en el sitio, sin saber que hacer, mientras pasa por tu espalda un escalofrío casi glacial. ¿Sabes de lo que hablo? Si es así, sabes que esto pasa porque en el fondo de ti, hay algo que te dice que ya no hay vuelta atrás.
Dicen que es una de las sensaciones más bonitas que puedes vivir, porque sabes que es de verdad, y que el resto sobra. Ya, hasta ahí puedo incluso llegar a comprenderlo, pero ¿qué hay de cuando se acaba, cuando ya no queda nada entre vosotros? ¿Borrón y cuenta nueva? En serio, nadie es capaz de eso, aunque intenten levantar la cabeza y digan que sí. Yo no me lo creo, porque donde hubo algo, siempre quedan cenizas, aunque sean pequeñas. Sabes perfectamente que no podrás mirarlo a la cara como antes, ni que estar a solas significará lo mismo.

Solo queda esperar a que cierre la herida, en silencio, sin hacer demasiado ruido, para no despertar a los recuerdos. Y por más que intentes cerrarla, más lo recordaras. No la tapes, es mejor que cure al aire; no intentes buscar en otro lo que encontraste en él, es peor.

Así que sí, tengo miedo. Miedo a que no me lleguen las tiritas para tapar la herida (*si, había dicho que es mejor no taparla; pero soy demasiado cobarde para enseñarle al mundo lo que perderé). O, si me llegan, que me hagan más daño del que hace la propia herida.

viernes, 21 de octubre de 2011

Elegimos lo fácil.


Quien sabe, a lo mejor por intentarlo no perdemos nada. El primer error que se comete es no atreverse a intentarlo. Nos hemos atrevido, ¿no? Y de momento la cosa va bien. De momento. Sí, somos felices, porque lo somos, ¿verdad? Yo sí, y es lo que importa.
Sí, me gusta sentirme guapa, sonreír todo el día si te veo por la calle, que me invites a tomar algo, que me guiñes un ojo. Me gusta, me gusta y me gusta. Y si me pregunta ahora, no lo cambiaría por nada del mundo. Que se parase el tiempo, el tren, que yo me quiero bajar. Quedarme en el anden, viendo pasar los trenes, las oportunidades, sabiendo que he escogido la mejor.

O quizás no. Mi mejor amiga me dice que es un error, que estamos jugando con nosotros mismo sin pretender apostar, pero que alguno va a salir perdiendo. Dice que me voy a acabar enamorando. Que las relaciones sin compromiso acaban mal. Propuesta del mes: demostrarle que se equivoca.
Para eso, tengo dos opciones. La primera, hacer tripas corazón y convertirme en una idiota que se niega a reconocer lo que siente; la segunda, aprovechar al máximo la situación, sacarle provecho hasta el límite, y sonreír cuando todo se acabe.

Lo siento, chico, tengo claro que voy a ser yo la que juegue contigo, no al revés*.
(*si es lo que tenías pensado, claro)



*elegimos ganar los dos.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Hasta aquí.


Mira, realmente, no se si estoy echa un lío, si he nacido así, o si me estoy comiendo demasiado la cabeza por una tontería. Por un juego de niños, donde quieras o no, no podemos ganar los dos. Sí, podemos seguir fingiendo que no nos conocemos, mirarnos a escondidas, y negarlo todo, una y otra vez, hasta que sangremos por dentro. Pero yo no sirvo para este juego, lo siento. No se sí te has equivocado de lugar, de momento, o simplemente de chica.
Conmigo no cuentes para jugar a hacer daño, ni para ver a quien se cansa antes. No cuentes conmigo para dar celos, hacer que no nos conocemos, esconderse de la realidad. No, no quiero, no me da la gana; soy así de infantil. Tampoco quiero que me apartes de mis amigas, no me dejes estudiar, quieras saber lo que hago y con quien.
Que me guiñes un ojo, me sonrías como hiciste aquella vez. Con eso, en serio, me llega. No te pido nada más*, ni nada menos.
Solo eso.

(*bueno, y que no me hagas daño.)

lunes, 10 de octubre de 2011

viernes, 7 de octubre de 2011

Sonrisas de papel.


Dicen que la noche confunde. Estoy segura de que eso no tiene nada que ver con la oscuridad, es más por lo que pasa en ella. Es verdad, el alcohol aturde, y te hace ver las cosas de otro modo. Hasta los más pequeños detalles tienen importancia. Y las cosas que parecen fuera de lugar, están en el sitio ideal.
Y allí estaba yo, un martes a las dos. Demasiado bonito para ser contado con palabras y demasiadas palabras para algo que se puede resumir en una sonrisa. Demasiado miedo en decir lo que esta prohibido bajo pena. Ojos bonitos y cuellos con sabor a tostada, ¿qué mas se puede pedir? Quizás, que durase para siempre. Y parar aquel reloj un instante, dos, tres, una vida entera. Recrearse en los detalles, en las cosas que pasaste por alto, en las que olvidaste, en todo; sabiendo que después de ese último tic, no hay ningún tac esperando.

*para guardarlas en rincones secretos, jugando a volver a ser pequeños.

sábado, 1 de octubre de 2011

Miedo,


Dicen que el tiempo nunca se equivoca. De acuerdo, es octubre y hace un sol increíble. Quieras o no, es mal presagio. ¿Desde cuando es así? Nunca, jamás, ni en el cuento más fantástico. En octubre llueve, punto. Es así, una realidad; como una de esas cosas que te enseñan en el colegio, y son así porque sí, y no hay más discusión.

-(...) niños, página ocho, las estaciones. En otoño los días se hacen más cortos, las hojas se caen, llueve y hace frío. Tenéis que sacar las botas de lluvia y los paraguas. Ya no podéis salir a jugar al patio, comer helados (...)

Así que aquí esta este sábado, hoy, en otoño. Con sol, dispuesto a demostrarnos que las cosas no son así porque lo diga los que más saben. Riéndose de la realidad, haciendo que gente como yo, creamos que las cosas, hoy, van a ser justo lo contrario de como iban a ser.

*¿quién dijo miedo?

viernes, 30 de septiembre de 2011

Y cuando te das cuenta,


Golpe contra el suelo número... ¿ocho tumbado? Posiblemente. Sinceramente, es una de las cosas que menos me gustan de mi. Sí, es así de sencillo. Me ilusiono tan rápido, por tan poca cosa, que el batacazo contra la realidad es imposible de evitar.
Y entonces, es cuando los papeles vuelven a su lugar. Tu vuelves a ser la chica gris, sin sentido, la que casi nunca se pone colorada, pero que se esta mordiendo la lengua todos los días; él, sigue siendo lo que fue, el de la distancia, el que sonríe, pero evita saludar. ¿Que queda? La promesa de la mezcla perfecta de agua, leche, y cafeína que enfría a la espera. Suspiros de pesadez y mordeduras de labios; miradas al suelo, cabezas que vuelan. Estallidos a lo lejos de algo que era previsible, pero que todo el mundo se atrevió a negar. Recogedores para días rotos en silencio.
Pero, por lo menos, sabes que has sido sincera contigo misma. Y que vas a seguir riéndote del mundo como él se ha reído de ti, hasta que acabes con él.

*la ilusión se ha quedado guardada bajo llave.

lunes, 19 de septiembre de 2011

La cuenta atrás,


Queda menos para una semana. Menos de una semana para saber si realmente no me he equivocado con todo esto. No quiero meter la pata otra vez, ya lo he echo demasiadas veces. Por un lado, se que no lo voy a hacer. Confió en mí, ¿porqué no voy a hacerlo? Por otro... me conozco lo suficiente para saber, que en el fondo, soy un desastre. El desastre más grande que te puedas echar en cara, pero mi propio desastre, al fin y al cabo.
¿Y porqué yo no puedo? Que narices, claro que si.

*esta a punto de sonar, agárrate fuerte.

jueves, 15 de septiembre de 2011

martes, 13 de septiembre de 2011

Más bonito


Hace poco, viendo una película, salió una frase preciosa. No me acuerdo exactamente como era, pero decía algo como ''el amor más bonito es cuando ninguno de los dos aún no ha tenido el valor suficiente de decirle al otro que le ama''. Y si te paras a pensarla, puede que sea verdad. Porque es precioso, genial, perfecto.
Eso pequeños detalles que te hacen sonreír si querer, sin poder evitarlo. Decir lo que quieras, sin miedo a quedar como una idiota más. Y después que te digan que quiere saber más, conocerte más, mucho más. Y así, seguir así, sonriendo cuando habláis, sin decir con palabras nada, con los ojos tanto.
Y sonrisas que van desde tu casa, hasta lejos, muy lejos, a otro país, a otra ciudad, a otra habitación. Pero la misma sonrisa, siempre la misma. Dos sonrisas iguales, en dos sitios tan distintos.

*que merece la pena no contarlo.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Resumirtodoentanpoco,


Y dejar de decir imposible.
Realmente, es bonito. Muy bonito, más que eso. Es precioso, es la sensación que cualquiera chica merece vivir aunque solo sea una vez en la vida. Mejor que no saber en que día vives, que los bombones rellenos de chocolate fundido. Que las semanas sin clase, los regalos, las fiestas sorpresa. Mejor que unos tacones nuevos, salir sin hora, un guiño de ojos. Que ver una estrella fugaz, fin de curso, la película más bonita del mundo. Mucho mejor.
Que sepas que no eres solo tú la que quieres, la que buscas algo. Que después de tanto tiempo, resulte que no te pasa a ti sola, que a él también. Tener miedo a dar mal el primer paso, a no encontrar el momento adecuado, pero que ya no eres uno, que sois dos. Y tenerlo todo ahí guardado, a punto de dejarlo salir, de que explote, que se lo lleve todo por delante. Y gritar, gritárselo al mundo, alto, tan alto que se enteren, de que por primera vez, las cosas empiezan a ir realmente bien.

*ysonreiralverquenoencuentraspalabras.

domingo, 4 de septiembre de 2011

El momento del cambio


Dicen que las cosas, cuando cambian, generalmente son para mejor. Generalmente. Ahora me toca a mi dar el cambio; aún no, pero dentro de dos semanas comienza. Y no quiero. Me gustaría quedarme un año más; uno no, dos, tres, cuatro, siempre. Sentarme al rededor de gente que conozco desde que tengo uso de razón, con mis profesores de toda la vida. Ir al recreo al mismo sitio de siempre, con mis amigas de siempre, y hablar de lo de siempre. O estudiar a la carrera en el último minuto. O escaparme de clase. Y esconderme en el baño. Y quedarme allí, en silencio. Sí, pero sabiendo que eso no se acabará. Que tendré mis pasillos de baldosas blancas y negras, la parte de arriba del salón de actos desierta, el radiador apagado en invierno.
Sería bonito. Muy bonito. Perfecto, ideal, imposible.

*ha llegado.

viernes, 2 de septiembre de 2011

No todo tiene porque salir mal.


A ti ya te lo dije ayer, estuve contigo en el peor momento en el que te he visto. Sí, me has demostrado día tras día ser la fuerte, la que no le importa lo que diga el resto. Y ayer me confesaste que habías llorado por la calle. ¿Ante eso, yo que puedo hacer? Pues como has echo tu, estar a tu lado pase lo que pase, aguantando mares y mareas. Porque yo era la débil, la que se preocupaba de lo que pasaba a mi alrededor; la que llora al principio de las películas más que al final, cuando muere la madre del protagonista y no cuando su amor platónico se muere en sus brazos. Y tu siempre has estado allí con tu caja de pañuelos de papel, para secar las lágrimas de pequeñeces, sin preguntar mucho, porque sabias que lo soltaría todo, y que acabaríamos riendonos devorando chocolate. Y al día siguiente lo solucionaría yo sola.
Sí, tu has sido mi punto de apoyo. Y ahora me pides a mi que sea lo mismo para ti. Y lo voy a demostrar. Si, joder, ahora no tengo miedo de nadie.

*porque somos las estrellas de la función.

jueves, 1 de septiembre de 2011

El comienzo del fin


Como siempre, perfecto y preciso. Dispuesto a acabar con los días de sol, las tardes de playa, las toallas en las piscinas, las noches en vela, las mañanas con doble de café para poder abrir los ojos. Las sonrisas tímidas, los gritos a voces, la canción del verano. Todo eso que te saca una sonrisa con solo imaginarlos, se acabó. Ha llegado, dispuesto a vaciar su maleta sobre tu verano, quizás el más perfecto que has vivido, a quedarse hasta que le echen.
Ha comenzado. Ya no está el sol solo, le acompañan las nubes; para salir a la calle, ponte una chaqueta; olvídate de los helados, los batidos y los granizados. Bienvenido frio, aun no me ha dado tiempo a echarte de menos, y ya has llegado.

*ya ha llegado.

miércoles, 31 de agosto de 2011

El porqué de los quién.


Nos gusta sentirnos queridos. Admítelo, a ti también te encanta verte bien, y que te lo digan con una sonrisa en los labios y brillo en los ojos. Te gusta que te alaguen, que quieran ser como tu, y saber que lo que dicen es verdad, y no un simple cumplido. Pasar por la calle, dejar una estela perfecta por donde pisas, sentir los ojos del resto centrados en ti, únicamente en ti. O saber lo que dirán antes de que abran la boca, por el simple echo de que eres superior a todo lo que digan, sea malo o bueno. Sabes que estas por encima, y vasta. Es lógico, eres humano, el más vanidoso de ellos. Porque mientras ellos continúan mirándose con miedo a lo que les enseñe el espejo, tu sonríes a las ventanas hacia cosas preciosas. Porque ellas son tu reflejo.
Adelante, grítaselo al mundo. Venga, explícales que tu eres el quién de los porqués, del que dirán, de lo que llena las bocas de todos los que no saben nada.

lunes, 29 de agosto de 2011

Amarillocasiblanco.


Hoy he vuelto a soñar un sueño de esos de los que desearías no despertar. Tan real que cuando abres los ojos, sonríes como una tonta porque crees que ha sucedido. Hasta que miras el despertador, y te das cuenta de que no ha sido más que un sueño.
Yo hoy he vuelto a soñar con él, con aquel que me prometí a mi misma que no dejaría que volviera a meterse en mi vida, porque duele demasiado dejarle marchar. Con aquel por el que me afano en pensar lejos de él, en creer en otras cosas. Por el que cuando creo que me he olvidado por fin, vuelve a aparecer. Por el mismo que, cuando pienso que puedo encontrar eso mismo en otra persona, vuelve a aparecer, aunque sea en sueños.

Mejorquenegrocasigris.

domingo, 28 de agosto de 2011

Caos absoluto,


Hay cosas que no deberían cambiar, así que, ¿para que hacerlo? Si acabas de llegar de vacaciones, ¿porqué no continuar con ellas a tu manera? Despertarte con los rayos del sol, desayunar frente a una ventana abierta escuchando tu canción favorita, ver a una amiga que hace tiempo que no ves, comer con tu familia, salir por la tarde con tu amigos de siempre, tomar un helado, dos, tres. Como en aquel anuncio, las cosas buenas no deberían cambiar nunca. Adelante, yo he decidido no cambiarlas.

*encerrado en cajas de cartón.

viernes, 26 de agosto de 2011

Y preguntarse que hubiera sido.


¿Nunca te ha pasado? No atreverte ha hacer algo por miedo a que pueda salir mal, aunque ya hallas pensado en todo lo que podría pasar. Que en el último momento te eches atrás porque en el fondo, aunque no quieras, sabes que a lo mejor no va a ser todo tan fácil. Y dejas pasar esa noche, como si fuera una más, mientras que hay quien espera que des el paso. Pero no lo haces.
Y pasan los días, y te das cuenta de que has cometido el peor error del mundo: dudar de que, realmente, lo que parecía imposible, había podido ser real. Saber que realmente, no hubiera salido mal; es más, que si te hubieras atrevido a hacerlo, las cosas hubieran cambiado para los dos.

¿Y que queda ahora? Una promesa, lo único. La promesa que hicimos antes de marcharnos. Solo queda esperar que aún te acuerdes, que sepas que tienes que hacer.

(...) y saber que podría haber pasado.

jueves, 25 de agosto de 2011

Quebonitoesdespertarse




-Está bien.

-¿Lo que?

-Que tus sueños se cumplan.

-¿Y eso de dónde los sacas?

-De los míos.

ysaberqueesopudoserverdad.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Un poco de sur.



Today, 10:36 am: (...) El teléfono al que llama no está disponible en este momento, por favor, inténtelo más tarde.

Today, 1:43 pm: (...) El teléfono al que llama no está disponible en este momento, por favor, inténtelo más tarde.

Today, 4:18 pm: (...) El teléfono al que llama no está disponible en este momento, por favor, inténtelo más tarde.

Today, 6:16 pm: (...) El teléfono al que llama no está disponible en este momento, por favor, inténtelo más tarde.

Ni lo intentes, ni lo busques (10:36 am). Todo el mundo está donde tiene que estar (1:43 pm); eres tu el que está fuera de lugar (4:18 pm). Ni lo intentes, ni ME busques (6:16 pm). Porque yo no voy a estar alli.

Tan cerca, tan lejos.


Muchas veces me he replanteado la manera en la que escribo aquí. Me pregunto si lo hago bien, hablando en silencios, con disimulo, diciéndolo todo sin decir nada. Y me gusta, es como mi pequeño secreto, compartido a ratos con el resto del mundo. Otras veces, me gustaría contar mis cosas, claras, decir que es lo que pienso sobre esto, sin andarme con rodeos. Directa, concisa. Pero me doy cuenta de que yo, en realidad, no soy otra que la que huye deprisa de la verdad, la que hace daño. ¿Cómo voy a decir lo que quiero decir, si me va a doler? Es mejor buscar otra manera, más efectiva, menos animal. Así que, cuando acabo de pensar en todo esto, casi siempre sonrió y lo dejo tal y como esta; el resto de las veces, apago el ordenador y me voy a dormir.

jueves, 18 de agosto de 2011

Nunca pensé.


He llegado a un punto en que ya entiendo el porqué del porqué. Sé porque hago lo que hago, porque quiero ser lo que soy, porque me da igual lo que piensen. Porque me gusta dejar las cosas a medio hacer, fingir que me da igual lo que hagas, dejar que me veas con alguien que no eres tu.
Por la simple razón de que, cuando hago eso, duele menos. Me olvido inconscientemente, me pierdo en otros sitios que no son en los que estás tú. Como si por un momento, no existieras. Nunca hubo un nosotros, y nunca lo habrá. Luego es cuestión de volver a poner los pies en el suelo, y ver que si que hubo un nosotros, uno más que volvimos a dejar caer, para mira como quedó.
Que sería capaz de decir que así, a veces, me olvido de (...).

jueves, 14 de julio de 2011

No quiero.


¿Porqué, porqué no soy más que una simple sombra? Ni siquiera se sí cuando fui algo más, realmente era algo más. Me siento inútil, pequeña, vulnerable; porque tú lo controlas, haces lo que quieres. Me ignora, me destruye, me hace caso. Me deja otra vez como estaba. ¿Lo mejor? Que me lo merezco; en serio, por eso sonrío. Y le ignoré primero, después le hice caso. Pero aprendió rápido, vaya si aprendió. Luego hay gente que habla de lo cruel que puede llegar a ser el karma. Já. Ahora me lo hace pagar, y hace bien. Por eso solo puedo sonreír, decir que sí, y esperar a que las cosas vuelvan a su sitio para volverlo a intentar por... tercer, cuarta vez? Pero nunca es suficiente, ¿no?
Admítelo, somos demasiado orgullosos para dar el primer paso, por pequeño que sea. Yo no lo doy, por miedo a que ya me hayas olvidado. Tu no lo das, a lo mejor porque realmente ya me has olvidado. Pero, en el fondo, creo que no, los ojos no mienten. O a lo mejor lo creo porque es mejor engañarse que descubrir la realidad: que vuelvo a ser invisible, después de cuatro años de invisibilidad intermitente. Pero no quiero volver a sentirme dentro de ese agujero, invisible para todos, sin manera de escapar, sin manera de llegar hasta tí.
No quiero. Porque sabes que aunque no se vean, son cosas nuestras

martes, 12 de julio de 2011

lunes, 11 de julio de 2011

¿Qué hubiera sido?

Si hoy, mejor dicho, ayer, hubieras estado aquí, posiblemente no estaría escribiendo. Posiblemente ni tendría este blog. Pero si lo tuviera, no estaría escribiendo. Porque hoy, sería demasiado feliz, y sería demasiado temprano para encender el ordenador. Ayer, si hubieras estado, nos habríamos juntado todos, habríamos echo ruido, habríamos sonreído, habríais brindado con los ojos llorosos, habrías dicho con una sonrisa lo que todo el mundo sabía: no desde siempre, pero si para siempre.

Pero no estas; no te lo voy a echar en cara, porque sé que si por ti fuera estarías. Pero ayer no fue el día con el que ella lleva tanto tiempo soñando: no estábamos todos, no hicimos ruido, no sonreímos, no brindamos. Pero dijimos lo que todo el mundo sabía, aunque fuera llorando. Ayer, no se si te acuerdas, estés donde estés, habrían pasado cincuenta años de uno de los momentos más felices de tu vida, abuelo. Y hacía ya dos años que sabía que no ibas a estar aquí, pero ayer dio igual. Todos los sabíamos, y lo silenciamos, para que el silencio no abriese más las heridas.

sábado, 9 de julio de 2011

Agua y hielo, para las heridas.


Te creí capaz de muchas cosas. Sí, sabía como eras, sabía lo que hacías, como podía llegar a ser en ciertos momentos. Lo sabía, y tu sabías algo de mí. Sabías que cuando quiero algo, lo último que voy a hacer es pedirlo.
Y sabías que era lo que quería, y que lo podía conseguir. Pero te adelantaste, no se cómo, te diste prisa, me dejaste atrás. Me ganaste. Y luego me miraste con cara de suficiencia, me diste detalles, me hiciste cómplice de algo que no quería que fuera real. Me destrozaste, juntaste los pedazos, y los dejaste de lado, mientras sonreías, mirando como sufría. Fingías que no pasaba nada; yo, que no me importaba. Fingíamos ser las chicas que habíamos sido. Pero ya me cansé de fingir: puedes seguir intentando preocuparte por como estoy, por lo que pienso de ti; por lo bien que estas así, por lo genial que es todo, por lo perfecta que piensas que es tu vida. Porque yo se que es mentira, que nadie da nada por ti, que todo el mundo sabe quien eres realmente, lo que eres capaz de hacer, saben el tipo de persona que eres.

Enhorabuena, me has ganado. Felicidades, en serio, no solo me has perdido a mi.

viernes, 24 de junio de 2011

Like a black hole in the universe.


A veces, cuando la has cagado, lo sabes. Nadie te tiene que decir nada, ni ignorarte, ni mirarte mal, porque tu ya sabes lo que has echo, porqué, las consecuencias. Terribles consecuencias. La has echo buena, la has liado parda, la has montado gorda; dilo como quieras. Yo he estropeado mil cosas. Acabo de arruinarme el verano, mi sueño, el ser alguien más, volver a sentirme especial. Ojala, de verdad, encontrara la máquina mágica que te deja volver a donde quieras, a ese instante. De momento, me toca pagar lo que hice.
Y esperar (solo sé esperar).

jueves, 23 de junio de 2011

Ni genial ni perfecto.

Sí, después de todo, es nuestro momento. Vamos a lograrlo, vamos a demostrarle al espejo de lo que somos capaces. Quiero gritarle al mundo que aún no he empezado a correr, que solo he empezado a andar; que cuando quieran volver a atrás, no cuenten conmigo, que ya estoy demasiado adelante para eso.


Porque ahora empieza lo bueno.

¿Realmente?


Hoy me has visto llorar. No ha sido culpa tuya, ni si quiera fue por la mía; fue la tristeza de dejar para siempre el lugar donde he crecido durante trece años. El lugar donde me he enamoré, grite, sonreí, desenamoré, soñé despierta, y donde fui feliz por primera vez. Pero, como todo, eso se ha acabado. He crecido, ha llegado mi hora, y tengo que marcharme. Simplemente, estaba triste por ello, ni más ni menos.
Y tu lo sabías; sabías que iba a ser difícil, que no me querría marchar nunca, que dentro de doce meses tu estarías igual, pero no que podrías llorar, porque hay que ser fuerte.
Hoy te he demostrado que yo no soy así, he esperado.
No he recibido nada, he esperado.
He esperado, y por eso, me merezco seguir esperando.

miércoles, 22 de junio de 2011

Easy-


¿Quién sabe? Intentar ser otra persona, jugar con las personalidades, engañarte a ti misma. Y hacer que todo el mundo piense que eres otro tipo de persona. Pero, de todas formas, sentirse increíblemente bien. Algo me enseñó que si alguna vez te pasaba esto, tu mejor amiga te insultaría por teléfono y se uniría a al grupo religioso del instituto, todo el mundo se pondría en tu contra y los chicos intentarían comprarte; entonces, el chico que tuvo miedo de besarte en octavo aparecerá, y tú contaras toda la verdad en un vídeo en Internet. Sí, acabarás con la relación de tu profesor favorito, y también con toda la reputación que te habías ganado. Y la única recompensa será volver a sentirse bien tal y como eres.
Yo lo he intentado, he jugado. He ganado. ¿He ganado? No lo sé.
-A.

sábado, 18 de junio de 2011

Punto y seguido.


Se acabó. Todo va por etapas, que solo sirven para sumar y seguir ganando. Pero es verdad, cuando se acaba es triste. Pensar que nunca vas a volver a atrás, que no volverás a llevar cuadros en el mandilón, a jugar en el patio, a esconderte en los baños, a robar las preguntas de los exámenes, a sufrir, a morderte las uñas, a reír entre los pupitres, a lanzar notitas al aire, a estar castigada... como alumna. No, no pienso volver; en realidad si, volveré, y saldré de allí con lágrimas en los ojos y una sonrisa tonta. Ahora solo nos queda una cosa: aprovecharlo al máximo, y pensar que, aunque no sea legendario, quedará como mínimo escrito en las estrellas.

sábado, 11 de junio de 2011

Corre, princesa.


Desconectar.
Estoy estresada, cansada, no puedo dormir. Me pesan los parpados y me duele incluso al caminar. No se porqué, no quiero arriesgarme a perderme más. Necesito volver a empezar de cero, contar hasta diez y volver a intentarlo. Pero prefiero esperar a que ocurra el cambio, la revolución. Es más fácil, y duele menos. O eso me han dicho.

miércoles, 8 de junio de 2011

No es un porqué.


Estoy convencida de muchas cosas, como que todo tiene solución o que las noches no son eternas, ni para lo bueno, ni para lo malo. Pero mi última gran convicción realmente me ha sorprendido, no porque sea rara, si no porque nunca hubiera pensado que podría llegar a pasarme. Me he dado cuenta de que la mitad de la gente que te sonríe cuando estas bien, cuando eres feliz, miente. Es matemática pura: la mitad, es mentira. ¿Y porqué? Porque cuando alguien piensa que tú eres más feliz, por el motivo que sea, y te da la puñalada por la espalda, te das cuenta de que a lo mejor, todos los buenos ratos, las risas, los secretos, las cosas de dentro, en realidad no existieron. Bueno, algo había, porque creías en ello, y regalabas con cariño todo lo que podías dar.
Pero un día, te das cuenta de que solo te utilizaba cuando estaba mal, cuando no tenia a nadie más para consolarla.

Es un hasta nunca.

lunes, 6 de junio de 2011

"Mírame, soy feliz, tu juego me ha dejado así"


Hoy a sido el día. Hoy por fin, después de haber tomado la decisión hace dos semanas, me he decidido a decírtelo; a contártelo todo, sin callarme ni el más pequeño de los pensamientos. Te lo he dicho de carrerilla, como si fuera el discurso perfecto de quién cree ver que los demás prestan atención meticulosa a sus palabras, mientras estas tan solo se amoldan a las constantes ensoñaciones de cada uno. Te lo he contado sin respirar, porque si tomase aire, se me escaparía lo que realmente siento, y lo descubrirías. Entonces yo, presa de mi misma, seguiría siendo prisionera, ideada para vagar junto a alguien, toda mi vida.
Pero he descubierto que no, que yo no soy ese tipo de personas. Hace quince días que se con total seguridad que soy independiente, autosuficiente, y que no necesito a ningún chico para ser feliz. Me llega con lo que tengo.

domingo, 5 de junio de 2011

Y es por eso.

Si, lo intentamos. Si, volvimos a apostar. Y si, volvimos a dejarlo atrás. Nos fuimos en silencio, sin hacer ruido, sin risas. Nos marchamos sin pagar, poco a poco, dejando de respirar, intentando que ninguno se diera cuenta, por la puerta de atrás, como los grandes.
¿Y qué nos quedó? Algo más para recordar, para sonreír con cariño, para mirar y decir en voz alta en lo se perdió.

El mar de color verde.

Cuando desperté, la ventada de mi derecha estaba totalmente conquistada por pequeños seres semitransparentes, inquietos, veloces; algunos, aferrados al cristal, temblando del miedo, y otros compitiendo entres si en esa pista resbaladiza, chocando, haciendo alianzas entre ellos. Y, a mi pesar, sonreí.

¿Cuánto hacia que no veía llover? En Australia, en Mackay, en mi ciudad, en mi vida, llueve cada seis meses, más o menos. Y no llevo aquí ni un día y medio y aún no he visto ni un ridículo rayo de sol. Otra cosa más que había olvidado, pero que sin duda una más que estaba en mi larga lista de cosas que no eché de menos al marcharme de aquí. ¿No se supone que España es el país del sol, de las playas de arena blanca y fina, del calor, de la fiesta sin fin? Pero claro, esto no es España, es un trozo de tierra perdido en el norte, aislado, marginado del resto, primitivo, húmedo, anticuado, perdido… Galicia, y más concretamente, Lugo. ¿Cómo no lo voy a odiar si nací, viví y me marche odiándolo? Con seis años ya sabía que esa ciudad era un mundo paralelo, gris, aburrido; y el día más feliz que viví allí fue cuando supe que nos íbamos a Mackay, por el trabajo de mi padre. De aquellas, éramos una familia feliz, quizás porque solo nos teníamos unos a los otros en ese espacio alejado de la evolución. Ahora, mi padre esta casado con una ejecutiva de Sidney, mi madre vivé en Nueva Orleans con su nuevo novio, y mi hermano esta acabando abogacía en París. ¿Y yo? Ahora que ellos son felices, yo estoy en un internado femenino australiano, en Melbourne, de prestigio nacional. Yo también era feliz allí, con mis amigas, mis estudios, mi mundo hasta que me entere del destino de nuestra excursión de fin de curso: España. Al contrario que para mis compañeras, para mi eso significaba volver durante dos semanas al país del que había huido, ahora como turista, sin derecho a odiarlo, solo para ver museos y cosas importantes, como una alumna más. Hasta ahí podría llegar a soportarlo, perol la excursión guiada comenzaba en Lugo. Y con eso sí que no podía; así que fingiría una gripe y me quedaría en el hotel, o una indigestión, o…

-Juli, ¿en qué piensas? ¡Ya hemos llegado!-exclamó mientras me abrazaba Chelsea, mi mejor amiga…-¿No te parece una ciudad preciosa?-…y la única que sabía lo que pensaba de Lugo. La fulminé con la mirada, y soltó una carcajada.-Bah, no seas aguafiestas, que no va a ser tan malo. Solo vamos a ver el casco histórico, la Muralla, las…

-¿Muralla? ¡Lugo no tiene ninguna muralla, no digas tonterías!

-¡Claro que tiene Muralla! ¡Y es Patrimonio de la Humanidad!-dijo mientras me enseñaba una guía barata, comprada nada más bajar del avión, sobre Galicia.- ¿Ves? Lo pone aquí, justo debajo de la foto.-Chelsea, como siempre, lo sabía todo, o eso pensaba; pero esta vez, yo si que sabía de lo que hablaba, así que aparté la guía de mal humor:

-¡Es imposible! Yo no recuerdo ninguna muralla, y mucho menos un Patrimonio de la Humanidad aquí, en Lugo. Como mucho, la harían después de marcharme yo…

-Sí, seguramente. ¡Si la hicieron los romanos, y tendrá más de dos mil años!

-Por eso no me acuerdo, como aquí todo es viejo, feo y antiguo, no me llamaría la atención…

Iba a continuar quejándome, pero en ese momento, el autobús se detuvo. Como si esa fuera una señal, mis compañeras se aproximaron a las ventanas, descorriendo las cortinas, limpiando el vaho, intentando ver algo entre las gotas. Yo no me acerqué; sabía de sobra lo que había al otro lado del cristal, y no quería tener nada que ver con eso. Por la megafonía del autobús, la profesora comenzó a explicar lo que veríamos, y para mi desgracia, no pasaríamos por el hotel hasta que acabáramos de ver Lugo.

-.. Pero antes de ver todo eso, iremos a la Muralla Romana de Lugo, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000, y…

-¡Te lo dije!- sonrió Chelsea, feliz de haberme ganado. Enfadada, me crucé de brazos y dejé de escuchar a la profesora. Yo no quería estar allí, no tenía porqué; es más, mi madre tampoco quería que fuera, fue mi padre y mi querida madrastra los que insistieron tanto la última vez que fui a cenar con ellos, y claro, ellos acabaron convenciendo a mi madre. Maldita sea, yo no quería ir. Sin querer, comenzaron a resbalarme las lágrimas por las mejillas, como cada vez que no conseguía algo, y me escondí detrás de mis gafas de sol. Como decía mi madre, los ojos verdes cuando lloran parecen mares, y nadie tiene derecho a ver esos mares perdidos sin permiso.

Mientras seguía pensando en eso, mis compañeras comenzaron a bajar del autobús, deseosas de estirar las piernas. Yo dejé que me adelantaran todas, esperando para salir la última, mientras Chelsea tiraba de mí. Y por fin, salí del autobús, y miré a mí alrededor, esperando ver un mundo gris, vació, un desierto de nada.

Para mi sorpresa, aparecía en una calle normal, como las de Melbourne, con mucha gente pasando con prisas, de un lado al otro, entrando en tiendas y saliendo de ellas sin mirar, con atascos, suspiros, miradas indiscretas a los relojes… Continué mirándolo todo, boquiabierta. Esa no era la ciudad que yo había dejado hacía diez años; no se parecía en nada. Seguro que el conductor se había confundido, seguro que...

-¡Julieta, que estamos aquí!- oí decir a mi profesora, a mi espalda, deseando que nos volviera a subir en al autobús, o quizás no, porque aquello era mejor que Lugo. Me gire, con la imagen de aquella calle en las retinas, pero en cuanto lo hice del todo, se borró del todo.

Era enorme, monumental, inmensa, increíble, fuerte, poderosa, sobrecogedora… y muy familiar. Como una vieja amiga con la que te encuentras después de hace mucho tiempo, igual que un recuerdo de la infancia que creías perdido. Sentí que algo se paraba, o que encajaba de nuevo, dentro de mí; intenté relajarme, respirar profundo, porque aquello no podía ser real. Pero no pude, porque todo me olía diferente, a perfección, a felicidad, a… no se a que, pero no tenía nada que ver con el más que acostumbrado olor a frito de Melbourne. Chelsea se me acercó, me guiñó un ojo y se volvió hacia la profesora:

-Creo que Julieta se encuentra algo indispuesta después de volver a sus orígenes, profesora.-susurró entre risas.

-Es verdad, Julieta, usted nació aquí, ya no me acordaba…

-N-n-no, profesora, yo soy de co-Coruña…-balbuceé, todavía impresionada, sin poder llevar los ojos hacia otro lado.

-Una pena; yo creía que era de aquí, así nos podría hacer de guía.-Y se rió ella sola de su propio chiste, mientras Chelsea bajaba la mirada e intentaba simular que a ella también le había echo gracia. Satisfecha, la profesora le habló al grupo de alumnas:- Señoritas, ahora comenzaremos nuestra visita: primero subiremos a la Muralla

No me lo podía creer. En serio, no era capaz. Primero, la ciudad que tanto odié durante todo estos años resulta que es como otra más, quizás un poco más pequeña, pero no una aldea perdida como creía. Después, resulta que Chelsea tenía razón, y en Lugo hay una muralla, la Muralla. Volví a mirar hacia arriba, aún impactada, mientras subíamos las escaleras de piedra. Fue como un sueño, un deja-vú, una marea de recuerdos que vuelven a por ti, te sacuden, juegan contigo, hacen lo que quieren…

Una niña, saltando, feliz, subiendo los escalones de dos en dos, riendo, de la mano de una señora mayor, que también se ríe…

Sin entender muy bien que acababa de recordar, llegamos arriba. Algunas de mis compañeras, que habían llegado antes, sonreían desde arriba, sacando fotos, con cara de entusiasmo. Chelsea apuró un poco más el paso, tirando de mí, como siempre, con prisas.

Fue como esas películas románticas, en las que la chica y el chico se dan cuenta de que no pueden vivir el uno sin el otro, y en una playa perdida se encuentras. Fue más o menos igual. Llegar hasta arriba, mirar a mí alrededor, mientras el cielo comenzaba a dormirse poco a poco, pero todavía despierto, coloreando los techos de los edificios pequeños, y un poco destartalados dentro de esos brazos amigos, peinando de colorado el techo de la catedral mientras le susurraba en las campanas una feliz noche, agitándolas, moviéndolas, haciéndolas sonar. Unas palomas levantan el vuelo, quizás, también para despedirse del sol. Sonrió, un poco emocionada, pero simplemente feliz. No, realmente Lugo no es una ciudad vieja, y mucho menos desde aquí arriba. Es dorada, es sencillez, es armonía, es descanso, es hermosura; es, sencillamente, como nunca supe verla. Sentí que me derretía por dentro, que se consumía, primero de felicidad, luego de dolor por no saber apreciar lo que dejé atrás. Y otro recuerdo…

Esta vez, la niña era yo. Y era un recuerdo real. Yo, pequeña, simple, feliz, infantil, mirando las palomas volar, con esa señora de la mano, esa que me había enseñado a ver Lugo, a mirar hacia arriba, a sentir que yo también estaba bajo el abrazo de aquella Muralla que nos protegía, que nunca iba a estar sola. Yo, mirando a la cara a la Muralla, haciéndola cómplice de mis secretos, de la mano de…

-¿Mi abuela?-le grité a mi teléfono. En realidad hablaba con mi madre, pero pensar que no le estas gritando a ella te hace sentir mejor.- ¿Porqué no sabía que había dejado a una abuela en Lugo?

-Porque tampoco preguntaste nunca…

-¡No pregunté porque no lo sabía!

No, no sabía que tenía una abuela, que Lugo era mi ciudad, que aquella Muralla había sido mi infancia, porque lo había tapado todo, por huir de allí.

Unos meses más tarde, Julieta Fernández, de la Rúa Nova, Nº26, recibió, a parte de sus facturas habituales, una carta. Extrañada, le dio varias vueltas, pensando que era un error. Nunca había oído hablar de Melbourne, pero la abrió de todas formas. Iba poco a poco, levantando las gafas desde el final de la nariz, primero sorprendida, después sonriendo, con los ojos rebosantes de ilusión, y finalmente, con esos ojos hundidos en un mar de lagrimas. Porque los ojos verdes, cuando lloran, parecen un mar perdido. Pero cuando lloran de felicidad, si que se puede mirar ese mar de color verde, sin temor a que te arrastren con ellos hacia el mismo fondo profundo donde se esconde, bajo llave y en silencio, una amistad de complicidades perdida, oculta detrás de las piedras de la Muralla, como muchas otras historias que quedan sin contar.

1º Premio a la Mayor Cultura, en el III Certame Literario da ESO - Junio. 2011

viernes, 27 de mayo de 2011

Genialidad.


Lo sé. Y lo peor es que tu también lo sabes. Tu me lo has enseñado: reconocerlo ya es un gran paso. Pues aquí estoy, dispuesta a reconocértelo todo. Tú, solo tú, me has abierto las puertas de lo perfecto, lo increíble; me has enseñado ese mundo mágico, la melodía ideal, la perfección echa sonido. Tú me enseñaste que hay algo más allá de lo comercial, que hay otras maneras de respirar, de ser valiente, de creer.
Ahora, que yo me he vuelto a equivocar, que nunca me lo vas a perdonar, quiero darte las gracias, por enseñarme una nueva manera de entenderlo. De entenderte. De entenderme. De entendernos juntos: yo sin derecho a decirlo, y tú, interesante extraño, perfecto iluso, tan solo crees que me he equivocado otra vez.
Y no, he aprendido algo, aunque me ignores, no me creas, me mientas, dejes que huya, me veas sufrir. Esta vez, no me voy a conformar con dejarte pasar; esta vez, te he robado algo que, quieras o no, vas a tener que compartir conmigo.