Recién llegada de siete días de autonomía parcial total, de aviones a deshora, de alcohol con sabor a frutas, de ojeras, moros y chicos. Y de lo único que tengo ganas, a parte de dormir y de ropa limpia, es de rehacer mi vida, y hacerla tal y como yo quiero. Sin ataduras, dolores de cabeza. Que las cosas me preocupen lo justo y necesario. Sin lágrimas ni ruegos, sin estrés, ni preocupaciones varías. Pasito a pasito, con buena letra, sin prisas, respirando cada bocanada de aire como si fuera la última. Quiero sonreír pase lo que pase, a todo el mundo, hasta que reviente de dolor. Quiero conocer otros países, y comprar un póster del mapamundi para marcar los que ya he visto. Quiero sentirme guapa, y que el resto lo sepa. Quiero tener más café en sangre que alcohol y agua, y aprender a coger un cigarro. Quiero dejar de llorar por ponerme nerviosa; mejor, dejar de ponerme nerviosa, que odio que me salgan los coloretes. Quiero dejar de mirar mal sin reírme después. Quiero hacerte feliz. Y bueno, te haré feliz en cuanto sepa quien eres.
Deshagámonos en cenizas, ¿qué más da? Si cuando salga el sol, todos estaremos muertos. Disfrutemos de esta última gran épica noche, porque no habrá más.