Bien, estoy entera. Tú, el que tomo la decisión de tenerme aquí, y hacer como si no existiera. Si, tú. Ahora me toca a mi. Olvídate de todo, de absolutamente todo. Porque para que me hagan eso, me sobran chicos con los que estar. Y créeme, aunque suene a sobrada; es así. No voy a seguir sufriendo, ni a comerme la cabeza porque, aún no sé porque, no te da la gana de verme. Además, ese va a ser tu problema, no el mio. Cada vez que preguntes por mi, a partir de ahora, vas a tener que ponerte a la cola. Lo siento, has sido tú el que ha decidido que esto sea así.
A ti, te ponía por delante de todo el mundo, de cualquiera. Desde el más pequeño hasta el más importante. Me he vuelto de el verano de mi vida, de mi playa de en sueño, de mis chicos; de eso chicos que, vuélveme a creer, harían cualquier cosa porque les hiciera caso. ¿Y tú que has echo? Ponerme de última, como si no importara. Pues mira, ahora somos los dos los últimos. Por lo menos hacemos algo juntos; si es que no hay mal que por bien no venga. Somos geniales.
Ahora si, hablando en serio. Olvidarme va ha ser lo mejor que hagas. Porque ahora me iré, pero en cuanto vuelva, tienes exactamente siete días, para demostrarme que aún soy algo para ti. Siete días, ni uno más, ni uno menos. Siete días, una semana entera para que me hagas creer que aún no hemos tocado fondo, y para que yo me lo crea. Siete días, en los que no pienso mover un dedo por ti. Prepárate, porque si ya de por si, soy la persona más orgullosa que te hayas echado en cara, esos siete primeros días de septiembre, voy a ser aún peor. Lo repito: prepárate. Prepárate para las malas caras, los ''es que hoy no puedo, mañana tampoco'', mil risas con otros, cada una que no me he echado contigo. Bueno, tienes esos siete días, si tienes tiempo, claro.