jueves, 14 de julio de 2011

No quiero.


¿Porqué, porqué no soy más que una simple sombra? Ni siquiera se sí cuando fui algo más, realmente era algo más. Me siento inútil, pequeña, vulnerable; porque tú lo controlas, haces lo que quieres. Me ignora, me destruye, me hace caso. Me deja otra vez como estaba. ¿Lo mejor? Que me lo merezco; en serio, por eso sonrío. Y le ignoré primero, después le hice caso. Pero aprendió rápido, vaya si aprendió. Luego hay gente que habla de lo cruel que puede llegar a ser el karma. Já. Ahora me lo hace pagar, y hace bien. Por eso solo puedo sonreír, decir que sí, y esperar a que las cosas vuelvan a su sitio para volverlo a intentar por... tercer, cuarta vez? Pero nunca es suficiente, ¿no?
Admítelo, somos demasiado orgullosos para dar el primer paso, por pequeño que sea. Yo no lo doy, por miedo a que ya me hayas olvidado. Tu no lo das, a lo mejor porque realmente ya me has olvidado. Pero, en el fondo, creo que no, los ojos no mienten. O a lo mejor lo creo porque es mejor engañarse que descubrir la realidad: que vuelvo a ser invisible, después de cuatro años de invisibilidad intermitente. Pero no quiero volver a sentirme dentro de ese agujero, invisible para todos, sin manera de escapar, sin manera de llegar hasta tí.
No quiero. Porque sabes que aunque no se vean, son cosas nuestras

martes, 12 de julio de 2011

lunes, 11 de julio de 2011

¿Qué hubiera sido?

Si hoy, mejor dicho, ayer, hubieras estado aquí, posiblemente no estaría escribiendo. Posiblemente ni tendría este blog. Pero si lo tuviera, no estaría escribiendo. Porque hoy, sería demasiado feliz, y sería demasiado temprano para encender el ordenador. Ayer, si hubieras estado, nos habríamos juntado todos, habríamos echo ruido, habríamos sonreído, habríais brindado con los ojos llorosos, habrías dicho con una sonrisa lo que todo el mundo sabía: no desde siempre, pero si para siempre.

Pero no estas; no te lo voy a echar en cara, porque sé que si por ti fuera estarías. Pero ayer no fue el día con el que ella lleva tanto tiempo soñando: no estábamos todos, no hicimos ruido, no sonreímos, no brindamos. Pero dijimos lo que todo el mundo sabía, aunque fuera llorando. Ayer, no se si te acuerdas, estés donde estés, habrían pasado cincuenta años de uno de los momentos más felices de tu vida, abuelo. Y hacía ya dos años que sabía que no ibas a estar aquí, pero ayer dio igual. Todos los sabíamos, y lo silenciamos, para que el silencio no abriese más las heridas.

sábado, 9 de julio de 2011

Agua y hielo, para las heridas.


Te creí capaz de muchas cosas. Sí, sabía como eras, sabía lo que hacías, como podía llegar a ser en ciertos momentos. Lo sabía, y tu sabías algo de mí. Sabías que cuando quiero algo, lo último que voy a hacer es pedirlo.
Y sabías que era lo que quería, y que lo podía conseguir. Pero te adelantaste, no se cómo, te diste prisa, me dejaste atrás. Me ganaste. Y luego me miraste con cara de suficiencia, me diste detalles, me hiciste cómplice de algo que no quería que fuera real. Me destrozaste, juntaste los pedazos, y los dejaste de lado, mientras sonreías, mirando como sufría. Fingías que no pasaba nada; yo, que no me importaba. Fingíamos ser las chicas que habíamos sido. Pero ya me cansé de fingir: puedes seguir intentando preocuparte por como estoy, por lo que pienso de ti; por lo bien que estas así, por lo genial que es todo, por lo perfecta que piensas que es tu vida. Porque yo se que es mentira, que nadie da nada por ti, que todo el mundo sabe quien eres realmente, lo que eres capaz de hacer, saben el tipo de persona que eres.

Enhorabuena, me has ganado. Felicidades, en serio, no solo me has perdido a mi.