No sé que pensar. A veces bien, a veces mal, luego genial, perfecto, horrible. A veces quiero dejar todo esto, y otras, en cambio, solo quiero que se repita ese momento uno y otra vez. Y luego, aún por encima, me distraigo con cualquier cosa y recreo los momentos geniales de principios de verano; esas noches, esas palabras que me llegaron tan a dentro tan rápido, que me trastocó del todo, sin principio ni vuelta atrás. Simplemente, no sé que pensar.
Me gustaría tenerlo claro, y aún mejor, que tú lo tuvieras claro. Que todo fuera tan fácil, tan sencillo como lo fue entonces. Que parecía que no iba a haber nada en el medio, ni una pequeña ráfaga de frío para acabar con lo que empezamos. Pero quizás la había, y yo no me enteré, o no me quise enterar. Solo me gustaría saber en que momento cambió todo, por qué, y qué fue lo que hice mal. O mejor, volver atrás en el tiempo y descubrirlo por mi misma para no volverla a fastidiar. Luego, otras veces me parece que no tiene porque ser solo mi culpa, que en esto somos dos, y que tú también tendrás algo que decir al respeto. Pero luego haces cualquier cosa, lo que sea, una pequeña señal para volver a sentir algo, para que deje de preocuparme, para que realmente crea que todo puede volver al principio.
No sé que pensar, no sé si me lo merezco, y no sé si lo estaré buscando.