Me has ganado. Siempre lo haces, no sé como. Quizás por que todo es fácil a tu lado, o porque lo haces así para mi. Sin nada, con todo, sin prisa. Porque no nos hace falta correr, ni ir despacio; no nos hace falta eso, solo ir a un ritmo, a otro totalmente distinto del que piden los cánones. Y todo lo que se pudo pasar por la cabeza en este mes sin nada y sin nadie, ha desaparecido de la manera más fácil y más tonta que tienes: con una simple sonrisa.
Y se me acabó cualquier duda, de cualquier clase. Seremos raros, pero somos nosotros. Los que no sabemos que tenemos, ni nos importa. O por lo menos a mi; me da igual. Me da absolutamente igual. Yo estoy bien ahora, soy feliz, sin más. Sin menos, sin nada, con todo incluido. Sin pedirlo, gritándolo a pulmón. Un último antes de marchar, y otro, otro, otro. Y otro más. Que no se acabe nunca, o quizás que se acabe ahora mismo. Y que no duela, eso sobre todo. Sería lo mejor, lo ideal, lo perfecto. La guinda del pastel, si es que nos lo acabamos de comer. Nunca se sabe, igual nos quedamos sin hambre. O sin frío, sin miedo, sin prisa, sin tiempo. Y se acaba todo, porque se necesita acabar en algún momento con todo. Se necesita poner punto y final para volver a empezar un cuento totalmente nuevo.
.jpg)
No hay comentarios:
Publicar un comentario