¿Quién soy?

(2010) ¿Por donde empezar? Supongo que por el principio, como es lógico. Pero antes de nada, deja que te diga que no soy nada lógica, es más soy un desastre. El desastre más grande que te puedas echar en cara, lo peor. Soy la chica que se olvida en qué día vive, y cuando lo sabe se agobia porque al día siguiente tiene un examen. La clase de chica capaz de salir a la calle sin maquillar, o de ir a una fiesta en vaqueros. La chica que tiene miedo a decir la verdad, por si lo que encuentra por respuesta es más doloroso de lo que pueda soportar. No soy la chica que todo el mundo piensa que es, no. No soy la chica que siempre sonríe, simplemente sonríe porque está harta de enfadarse por todo, y porque ya le da igual lo que diga el resto, sobre lo que piensa o sobre lo que le gusta.



(2011) Me gusta dormir hasta tarde, pasar los domingos sin hacer nada, morderme las uñas y señalar las cosas con el dedo. Me enfado por cualquier cosa, pero se me pasa en seguida. Los lunes son días para sonreír hasta hacerse daño, y los viernes para respirar hondo. Me encantan los chistes malos, las sonrisas pequeñas, las carcajadas a voces, las uñas pintadas, pero que no sean las mías. El chocolate, con leche y almendras. Los radiadores tienen que dar calor. Soy cabezota, tozuda, ridícula y si se me cae algo chillo. Perdí mi cámara de fotos en un bus a Francia, y me robaron el MP3 en Vigo. No se patinar, ni cantar, y solo soy capaz de llenar hojas de garabatos. Llevo tres meses sin ponerme pendientes, y tengo miedo a quedarme sin agujeros. Cuando tengo frío, solo se me enfría la nariz. El día que más lloré fue en septiembre de hace dos años, y pasé mucho calor el cinco de junio del año pasado. Mi móvil es del año 2000, se desconfigura solo, y está perdido o en el suelo desmontado casi siempre.


(2014) Maleta en mano, aeropuerto arriba, aeropuerto abajo. Corriendo, siempre corriendo detrás del pitidito que indica que se cierran las puertas del metro. En clase, tercera fila, centro, escondida detrás de un ordenador. Sonrisa, eterna sonrisa, aunque duela, aunque no haya fuerzas para sacarla. Matarlas callando. Putísima en mis ratos libres, cristal de Milano en la intimidad. De ideas fijas, de decisiones rápidas. Funciono mejor bajo presión; gafas cuando las lentillas se rinden. Adicción al café, con mono ocasional. Acaparadora de bibliotecas diariamente, conquistadora de tarimas ocasional. Perdida no, lo siguiente. No sé quien soy, no sé que quiero ser. Soy ojeras, son prisas, soy indecisión, soy pura palabrería barata y sucia. Soy innegable, soy imparable, soy un culo inquieto. Soy sueño, soy tensión, soy noches en vela, soy demasiados cacharros sin fregar, soy poco cariñosa. Sigo diciendo que sigo sin marcar, cuando he tomado decisiones demasiado complicadas como para haberlas reflexionado largo y tendido. Soy la chica ideal, tu peor pesadilla. Soy la que lee los labios, la que quiere olvidar, la fanfarona, la que está ardiendo, la que no tiene voz, la que pide tiempo. Soy la que necesita perdonarse a si misma antes de perdonar al resto, la chica de los mil y uno recurso. Soy quien siempre tiene respuesta para todo. Soy puto desastre. Soy quien destruye habiendo peleado para construir. Soy lo peor que te puedes encontrar un miercoles a las 00:51, con sudadera, cuarenta y ocho horas sin tocar cama, demasiado café en vena, poca paciencia, gafas, legañas, gruñidos, suspiros, desesperación. Soy puro amor. Soy filósofa en mis ratos libres, soy la última en dejar el bar, pero la primera en llegar a la sala de estudio. Soy irresponsablemente responsable, soy inconsciente, soy la que cruza sin mirar, soy la que tienen demasiada buena suerte viviendo con el karma en contra.
No, no tengo muy claro quien soy ahora mismo, pero tengo claro que espero ser alguien de quien me sienta orgullosa en el futuro inmediato, próximo y lejano.

(2019) Soy quien he sido sin ser del todo lo que quiero ser. Soy un trascurso de hechos que me han llevado a ser quien soy, sin querer y sin poder ser más, pero queriendo ser mejor. Soy demasiado poco café, demasiada poca paciencia, demasiado poco nervio, y demasiada impaciencia. Soy cerrada, soy testaruda, soy de lágrima fácil. Soy el peor año de mi vida en estado puro, soy soledad y desamparo. Soy miedosa a analizarme a mí misma, porque sé que no soy lo que querría ser, ni lo que me prometí ser. Soy capaz de querer sin medida, soy capaz de perderme en mis peores noches, en mis peores momentos, en revivirlos hasta quedarme sin respiración. Soy las mismas gafas que en 2014, y las misma que en 2010. Soy discutir, soy dar la razón, soy maldecirme por no ser capaz de gritar mi verdad y de defenderla como se merece. Soy débil, por mucho que me duela. Soy cicatrices, soy complejos, soy más humana que nunca, más mito que siempre. Soy un desastre de pies a cabeza, soy heridas sin cerrar desde hace demasiado tiempo. Soy de confianza difícil, de chupitos y cañas largas, de conversaciones profundas que no suceden tanto como me gustaría. Soy nostalgia en carne viva, soy incapaz de cerrar capítulos que debería de haber cerrado. Soy la que saca la punta de la lengua cuando me concentro mucho en algo, la que se vuelve otra persona cuando llegan las diez de la noche y no puede pensar. Soy arrepentimiento, soy haber caminado muchos kilómetros para acabar volviendo a hacerme daño donde me jure no volver. Soy imperfecta, y no busco ser otra cosa. Soy quien era, pero ya no tanto de todo, y menos de nada.
Sigo sin tener claro quién soy, pero tengo claro quien quiero llegar a ser. Soy más realista, soy más tangible, soy más vulnerable. Pero soy más de verdad.