Quien sabe, a lo mejor por intentarlo no perdemos nada. El primer error que se comete es no atreverse a intentarlo. Nos hemos atrevido, ¿no? Y de momento la cosa va bien. De momento. Sí, somos felices, porque lo somos, ¿verdad? Yo sí, y es lo que importa.
Sí, me gusta sentirme guapa, sonreír todo el día si te veo por la calle, que me invites a tomar algo, que me guiñes un ojo. Me gusta, me gusta y me gusta. Y si me pregunta ahora, no lo cambiaría por nada del mundo. Que se parase el tiempo, el tren, que yo me quiero bajar. Quedarme en el anden, viendo pasar los trenes, las oportunidades, sabiendo que he escogido la mejor.
O quizás no. Mi mejor amiga me dice que es un error, que estamos jugando con nosotros mismo sin pretender apostar, pero que alguno va a salir perdiendo. Dice que me voy a acabar enamorando. Que las relaciones sin compromiso acaban mal. Propuesta del mes: demostrarle que se equivoca.
Para eso, tengo dos opciones. La primera, hacer tripas corazón y convertirme en una idiota que se niega a reconocer lo que siente; la segunda, aprovechar al máximo la situación, sacarle provecho hasta el límite, y sonreír cuando todo se acabe.
Lo siento, chico, tengo claro que voy a ser yo la que juegue contigo, no al revés*.
(*si es lo que tenías pensado, claro)
*elegimos ganar los dos.