viernes, 7 de octubre de 2011

Sonrisas de papel.


Dicen que la noche confunde. Estoy segura de que eso no tiene nada que ver con la oscuridad, es más por lo que pasa en ella. Es verdad, el alcohol aturde, y te hace ver las cosas de otro modo. Hasta los más pequeños detalles tienen importancia. Y las cosas que parecen fuera de lugar, están en el sitio ideal.
Y allí estaba yo, un martes a las dos. Demasiado bonito para ser contado con palabras y demasiadas palabras para algo que se puede resumir en una sonrisa. Demasiado miedo en decir lo que esta prohibido bajo pena. Ojos bonitos y cuellos con sabor a tostada, ¿qué mas se puede pedir? Quizás, que durase para siempre. Y parar aquel reloj un instante, dos, tres, una vida entera. Recrearse en los detalles, en las cosas que pasaste por alto, en las que olvidaste, en todo; sabiendo que después de ese último tic, no hay ningún tac esperando.

*para guardarlas en rincones secretos, jugando a volver a ser pequeños.

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