sábado, 16 de octubre de 2010

A tientas

Hace frío. Y el sol entra tímidamente por la ventana. Pero hace frío.
No es un frío normal, por el simple echo de que no estés lo suficientemente abrigada, ni por alguna enfermedad... no, es un frío diferente, especial, sumante inquietante y, si, también doloroso. Son sueños rotos, palabras enganchadas en silencios, ojos vacíos, frases calladas. Es frío de miedo, de miedo a intentar parar el dolor y no conseguirlo. Es frío mortal, capaz de parar el tiempo para ver a los relojes mudos, esperando una señal para volver a retomar el ritmo. ¿Y qué hacer hasta que llegue la señal? Callarse, mirar al suelo, cambiar de acera, llorar en silencio, pasar frío.
Hasta que el reloj vuelva a ponerse en marcha, espera debajo de la manta a que pase el frío, y si lo consigues, enciende la luz, abre las ventanas.
Hace calor. Y puede que este lloviendo. Pero ya no hace frío.