Nos gusta sentirnos queridos. Admítelo, a ti también te encanta verte bien, y que te lo digan con una sonrisa en los labios y brillo en los ojos. Te gusta que te alaguen, que quieran ser como tu, y saber que lo que dicen es verdad, y no un simple cumplido. Pasar por la calle, dejar una estela perfecta por donde pisas, sentir los ojos del resto centrados en ti, únicamente en ti. O saber lo que dirán antes de que abran la boca, por el simple echo de que eres superior a todo lo que digan, sea malo o bueno. Sabes que estas por encima, y vasta. Es lógico, eres humano, el más vanidoso de ellos. Porque mientras ellos continúan mirándose con miedo a lo que les enseñe el espejo, tu sonríes a las ventanas hacia cosas preciosas. Porque ellas son tu reflejo.
Adelante, grítaselo al mundo. Venga, explícales que tu eres el quién de los porqués, del que dirán, de lo que llena las bocas de todos los que no saben nada.