Muchas veces me he replanteado la manera en la que escribo aquí. Me pregunto si lo hago bien, hablando en silencios, con disimulo, diciéndolo todo sin decir nada. Y me gusta, es como mi pequeño secreto, compartido a ratos con el resto del mundo. Otras veces, me gustaría contar mis cosas, claras, decir que es lo que pienso sobre esto, sin andarme con rodeos. Directa, concisa. Pero me doy cuenta de que yo, en realidad, no soy otra que la que huye deprisa de la verdad, la que hace daño. ¿Cómo voy a decir lo que quiero decir, si me va a doler? Es mejor buscar otra manera, más efectiva, menos animal. Así que, cuando acabo de pensar en todo esto, casi siempre sonrió y lo dejo tal y como esta; el resto de las veces, apago el ordenador y me voy a dormir.
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