miércoles, 5 de enero de 2022

Girl on a train | Train photography, Polaroid photography, Train pictures

Y hace tiempo que yo ya me fui, yo siempre me estoy yendo.

Durante muchos años, esto ha sido así. Siempre me estaba yendo, aún sin acabar de llegar. La maleta siempre preparada, guardada debajo de la cama. Solo provisionales, con un plan de escape y con un destino a corto alcance. Andando a pies puntillas, sin levantar ni el polvo ni la brisa, para no dejar rastro. Para echar a correr en cualquier momento, sabiendo que esto podría suceder cuando menos lo esperaba. Y cuando ocurría, cuando los naipes se venían abajo tirados por su propio precio y mi ambición y ganas de lo que no es mío, antes de que terminara de detonar el último cartucho, yo ya estaba subida al tren mientras se cerraban las puertas. Y así, siempre podía observar el desastre que dejaba a mi paso desde la ventanilla, apoyando la frente en frío, ya levantando el siguiente destino.

Y ahora, realmente me voy. Y llevo yéndome más de un año. Y, por primera vez, no me siento preparada. Porque no ha sido precipitado, puede ser. Porque es algo que sabía que venía, que he tenido tiempo de procesar, porque estoy en el único momento de mi vida que me he dado tiempo y espacio para poder quedarme. Y no puedo. Porque, por primera vez, tengo que irme, sin haber necesidad de huir. Y no me sé ir así, pero no quiero irme de otra manera. Porque hacerlo distinto, implicaría tirar por la borda todo lo que he construido, todo lo que he levantado, lo más preciado que tengo, lo que me hace levantarme y mi piedra angular. Porque desde la última vez que reventé para escapar, han pasado demasiados años y demasiados daños, y he conseguido llegar a una tregua conmigo y con todos, para poder descansar, componerme, recuperar y empezar a crecer. Y, por primera vez, en mi habitación no hay una maleta preparada. Cuando es la única vez que he tenido la suficiente antelación como para prepararla.


Me voy, y me estoy yendo sin querer admitirlo. Y todo va a cambiar, y no estoy preparada. Hace no tanto estaba suplicando por las grietas de esta habitación por salir de aquí, por darle la vuelta a todo, por coger gasolina y sonreír mientras lo veía arder. Ahora, solo quiero quedarme en silencio, en el suelo acurrucada, dejando que todo lo que tengo me inunde y poder empaparme de todo y todos. Quiero congelar los instantes y ser capaz de recordarlo todos, porque cada vez que soy consciente de que cada vez falta menos para que todo termine, aparece un cierre más. Una parte de las entrañas se resiente, y siento que el decir adiós está cada vez más próximo, y que es irremediable. Y se van acumulando, y la habitación se va a atestando. Y yo continuo quieta, con los ojos cerrados, pretendiendo parecer que no me estoy enterando del vendaval que se está originando a mi alrededor. Como si fuera a desaparecer, como si la puerta que lleva entreabierta tantos meses fuera una opción y no algo inevitable. Y la maleta continúa sin hacer.

Siempre me estoy yendo, y esta vez querría quedarme. Porque marcharme va a ser más doloroso que cualquier solución que me esté dando esta salida repentina. Pero, aun así, siento que todo va a ir bien. Que, pase lo que pase, va a ser para bien, aunque duela, aunque cueste, aunque sienta que no merece la pena. Y, en el fondo, en mi parte menos sentimental, más cerebral, más cruda y cruel, sé que es lo mejor para mí y me apetece. Tengo ganas de volver a escapar, de dar el salto y volver a respirar con la libertad que nunca me fue privada, pero que renuncié a ella por poder dormir en calma. Que las cosquillas de años atrás están volviendo, y sé que eso solo puede significar una cosa. Que el tren está arrancando, que mi aliento pide ventanilla, que estoy cogiendo impulso y que no puedo frenar sin estamparme contra la pared. Pero quiero que sea diferente, no como lo he hecho siempre. Quiero llevarme la mochila cargada, que tiene que volver, que tengo que hacer que vuelva una parte de las que se va conmigo. Que, aunque sea irremediable que todo cambie, que los cimientos de mi habitación sigan intactos cuando vuelva. Porque, aunque me esté yendo, también estoy volviendo.

Porque siempre estoy volviendo, porque ahora tengo un sitio al que volver. Pase lo que pase.