sábado, 22 de julio de 2017


Hay bucles, maneras de ser, etapas, comportamientos, que no podemos cambiar.
O quizás sí, pero son algo intrínseco a nosotros, algo que nos alimenta desde dentro y que nos mantiene vivos, en pie, con los dientes fuera día tras día. Así que, en el fondo, no es que no podamos, es que no queremos.

Y con esto, vengo a hablar de destruirse, construirse y renovarse. Algo que es necesario, relativamente sencillo, y que dejas pasar ese momento de tu vida como llevo haciendo yo durante meses, todo se desmorona. Necesitamos encontrarnos a nosotros mismos de vez en cuando; redescubrirnos, atar cabos, hacer espacio y limpieza en nuestra vida para las nuevas cosas que hemos interiorizado. No podemos, simplemente, dar una patada a un par de trastos para poner allí algo resplandeciente. No, sencillamente porque el brillo de lo que nos hace vibrar deja de tener resplandor por las sombras de alrededor. Y, si por la razón que seas, ni tu cabeza ni tu ser tiene un momento de paz, de desconexión y reconexión, de reinicio y copia de seguridad, tu vida entera puede acabar patas arriba a la mínima que alguna cosa se tuerza de imprevisto. Así que, después de tantos meses viendo mierda y siendo incapaz de hacer otra cosa que tragar, he reventado. Ha sido apoteósico, dejando los cimientos destartalados por las esquinas y una columna de humo a mi paso; pero era totalmente necesario. No, las cosas no están yendo bien, nada bien, por mucho que me empeñe en seguir diciendo que sí.
He pasado de ser el pilar de mi propia vida, a ser un mero títere; a no tomar decisiones por mí misma, a dejarme llevar por la corriente, a perder el control, los nervios, y la respiración. Me he dejado derrumbar de tal manera que ya ni me reconozco. No sé quién soy, y no tengo ni idea de quien quiero llegar a ser. Solo tengo claro que todos y cada uno de los ladrillos que formaban mi muralla se han desmoronado, que no tengo protección ni red de seguridad, y que estoy cayendo. Y de todo, absolutamente todo eso, me he dado cuenta en los últimos días.

¿Por qué he estado tan ciega hasta ahora? ¿Cómo he dejado que todo llegara hasta este punto? ¿Por qué no he actuado antes? Ni siquiera estoy segura de que haya comenzado a hacer algo para cambiarlo, pero por lo menos soy consciente de que esto es insostenible. Todo gira a mi alrededor sin sentido aparente, sin orden, sin dirección; las decisiones pasan por mi lado, como obligándome a seguir por este camino. ¿Es lo que realmente quiero? Ni de coña. Tengo que volver a ser quien fui en su día. Ya está bien de esta mierda filosófica de "destruir para construir"; porque ya no hay nada más que destrozar, y de seguir cavando en la mierda no voy a encontrar nada más. Ya no me queda más, ni recursos ni fuerzas. Así que es momento de construir. Es momento de volver a ser egoísta, de mirar por mí y de no dejar más que decidan por mí. De volver a retomar todo aquello que me hacía grande, que me hacía estar orgullosa de mi misma. Se acabó el seguir callada, el seguir escondida tras mi propia sombra por no tener fuerzas de alzar la voz. Tengo y necesito volver a encontrarme. Desenterrar esa parte de mí. 
Pero no tengo ni idea de cómo. Lo ideal sería esa magnífica solución que desde siempre ha rondado mi cabeza pero que tengo claro que es prácticamente imposible de llevar acabo; porque no se puede comenzar desde cero, desde absolutamente cero. Así que toca asumir estos meses, reflexionar largo y tendido sobre ellos, recuperar a algunas personas que han sido descuidadas y borrar del mapa todo aquello que reste más que sume. Parece simple, pero va a ser volver a hacer la misma retrospectiva que hice hace años sobre mi misma, pero desde un nuevo enfoque. Ese que dan los años, las hostias y los dolores de cabeza y pies. Porque estoy desperdiciando muchas oportunidades por aferrarme a aquellas que en su día me dieron el oxígeno necesario para seguir adelante, pero ¿y si esas han dejado de aportar? ¿Y si nos estamos aferrando a la idea de algo que fue, y que no va a volver a ser? 

No tengo muy claro que es lo que tengo que hacer. No sé por donde tengo que seguir, ni por dónde quiero seguir. Pero así, no. Así es insostenible, así es inhumano. Porque ni soy feliz, ni dejo que el resto sea feliz. Soy sin ser, y estoy sin estar. Ni aquí, ni allí, y resquebrajando el puente que une ambos muros.

Sí, es momento de despertar, de hacer lo que me haga sentir viva, y de ser mejor para mí, y para el resto que aporta en levantarme del suelo. 
Así que es momento de reflexión, de trazar planes y de actuar. Antes de que realmente me olvide de la esencia de quien sé que todavía puedo ser, de quien he estado ignorando o desatendiendo durante demasiado tiempo. De mí misma, no de esta versión destilada de mí. 

Punto y coma, y a volver a comenzar a construir desde aquí.