
Dicen que las cosas más bonitas siempre tienen una explicación. No solo las más bonitas, si no también las más sinceras. Quizás porque sean tan sinceras, tienen un porqué; no lo sé.
Pero también hay quien dice que es mejor no buscarle aclaración, y dejarlas tal y como están; sin molestarlas mucho, pero sin dejarlas atrás. Tenerlas presentes, disfrutarlas, vivirlas, sin saber a ciencia cierta de donde vienen -o a donde van-.
Pueden llamarlo carpe diem, disfrutar el momento, vivirlo al máximo, sin preocuparse del después... como quieras, hay mil nombres, mil historias, mil personal, mil relaciones y tres millones cuatrocientas setenta y ocho mil quinientas doce palabras perfectas referidas a eso*.
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*y nadie se pregunta de donde vienen -ni a donde van-.
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