
Se acabó. Todo va por etapas, que solo sirven para sumar y seguir ganando. Pero es verdad, cuando se acaba es triste. Pensar que nunca vas a volver a atrás, que no volverás a llevar cuadros en el mandilón, a jugar en el patio, a esconderte en los baños, a robar las preguntas de los exámenes, a sufrir, a morderte las uñas, a reír entre los pupitres, a lanzar notitas al aire, a estar castigada... como alumna. No, no pienso volver; en realidad si, volveré, y saldré de allí con lágrimas en los ojos y una sonrisa tonta. Ahora solo nos queda una cosa: aprovecharlo al máximo, y pensar que, aunque no sea legendario, quedará como mínimo escrito en las estrellas.
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