
Hoy me has visto llorar. No ha sido culpa tuya, ni si quiera fue por la mía; fue la tristeza de dejar para siempre el lugar donde he crecido durante trece años. El lugar donde me he enamoré, grite, sonreí, desenamoré, soñé despierta, y donde fui feliz por primera vez. Pero, como todo, eso se ha acabado. He crecido, ha llegado mi hora, y tengo que marcharme. Simplemente, estaba triste por ello, ni más ni menos.
Y tu lo sabías; sabías que iba a ser difícil, que no me querría marchar nunca, que dentro de doce meses tu estarías igual, pero no que podrías llorar, porque hay que ser fuerte.
Hoy te he demostrado que yo no soy así, he esperado.
No he recibido nada, he esperado.
He esperado, y por eso, me merezco seguir esperando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario