Dicen que las cosas, cuando cambian, generalmente son para mejor. Generalmente. Ahora me toca a mi dar el cambio; aún no, pero dentro de dos semanas comienza. Y no quiero. Me gustaría quedarme un año más; uno no, dos, tres, cuatro, siempre. Sentarme al rededor de gente que conozco desde que tengo uso de razón, con mis profesores de toda la vida. Ir al recreo al mismo sitio de siempre, con mis amigas de siempre, y hablar de lo de siempre. O estudiar a la carrera en el último minuto. O escaparme de clase. Y esconderme en el baño. Y quedarme allí, en silencio. Sí, pero sabiendo que eso no se acabará. Que tendré mis pasillos de baldosas blancas y negras, la parte de arriba del salón de actos desierta, el radiador apagado en invierno.
Sería bonito. Muy bonito. Perfecto, ideal, imposible.
*ha llegado.
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