A ti ya te lo dije ayer, estuve contigo en el peor momento en el que te he visto. Sí, me has demostrado día tras día ser la fuerte, la que no le importa lo que diga el resto. Y ayer me confesaste que habías llorado por la calle. ¿Ante eso, yo que puedo hacer? Pues como has echo tu, estar a tu lado pase lo que pase, aguantando mares y mareas. Porque yo era la débil, la que se preocupaba de lo que pasaba a mi alrededor; la que llora al principio de las películas más que al final, cuando muere la madre del protagonista y no cuando su amor platónico se muere en sus brazos. Y tu siempre has estado allí con tu caja de pañuelos de papel, para secar las lágrimas de pequeñeces, sin preguntar mucho, porque sabias que lo soltaría todo, y que acabaríamos riendonos devorando chocolate. Y al día siguiente lo solucionaría yo sola.
Sí, tu has sido mi punto de apoyo. Y ahora me pides a mi que sea lo mismo para ti. Y lo voy a demostrar. Si, joder, ahora no tengo miedo de nadie.
*porque somos las estrellas de la función.
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