domingo, 11 de diciembre de 2011

Diez minutos de silencio


No hay nada peor que dudar en ti misma. Es verdad, es lo peor que puedes hacer, lo últimos. Porque si te falla todo el mundo, por lo menos sabes que siempre te tendrás para lo que sea, para martirizarte aún más o para salir a la superficie por tu propio pie cuando nadie espera que lo hagas. Nunca, por favor, seas quien seas, aunque estés leyendo esto sin hacerme caso, dejes de creer en lo que puedes hacer. En tus posibilidades, tus ocurrencias, tus logros, tus sueños. Pero, eso sí, hay que ser un poco realista. Pero con ambición, que cojones; queriendo siempre un poco más, arañando la perfección en cada bocanada de aire, sin conseguirla -porque la perfección no existe, lo sabías, ¿no?-.

¿Y a qué viene todo esto? Simplemente, porque he dudado de mi. No hoy, la verdad, pero hace poco. Si hubiese pasado hoy, no estaría escribiendo; estaría en cama, envuelta en mil mantas que fingen ser abrazos de cartón, llorando lágrimas de cristal en silencio, con la música a todo volumen saliendo incluso por entre los auriculares. ¿Y porqué? Por no ser lo suficientemente buena para él -lo sé, el lo último que se podría esperar-.

Pero ahora, sé que lo soy, que soy la chica perfecta a mi manera; la chica que igual no necesitas -es mentira, lo haces-, es la chica que te quita el sueño y te da la sonrisa. La chica que me la da a mi misma.

*que hace que este tranquilo y me olvide del tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario