martes, 23 de octubre de 2012

Dirty.



No vas a dejar que gane, y eso es un echo. El echo que controles cada pequeño desliz que pueda cometer, cada mirada que suelto de más, como pongo el pelo detrás de la oreja; cada gesto que hago, que te recuerde a mi, vas a olisquearlo, para recordar a que sabia. Por puro masoquismo, por no dejar que todo fluya, y acabe como empezó: en medio de un pasillo de baldosas negras y blancas, frío de no ser por los radiadores rojos que se esconden entre las ventanas llenas de bao, de jadeos, de miedo. En el momento en el que seas capaz de dejarme pasar por tu lado sin dedicarme una mirada de refilón, será el momento en el que me crea que me has olvidado.
Porque, si es por mí, puedes seguir diciendo que no significo nada, nada de nada. Puedes seguir escondiéndote en el pelo de esa a la que esquivas por la calle, entre las risotadas de tus amigos, debajo de tus libros llenos de bobadas. Pero, desde ahora, hasta que cada uno coja su camino dentro de nueve meses, hay unos cuantos sitios que, inevitablemente, te van a recordar a mí, y solo a mí. El primero, el banco por el que aún no he sido capaz de pararme, y casi ni de pasar por delante de él. El mirador desde el que se ve el río, la ciudad entera, la pancarta en la que grité a pleno pulmón lo que sentía en aquel momento. Y, por supuesto, cada vez que entres en un pabellón, mirarás dos veces a cada lado, a cada pequeña esquina, para ver si, por algún casual, estoy por ahí.

No quieres ganar, no quieres perder. No sé lo que quieres, y no me interesa. Ya no te escucho, ya no te miró, ya no quiero saber nada más de ti. Sé que estás ahí, diciendo que disfrutas de algo que persigues, pero que en fondo, sabes tan bien como yo que no te va a traer nada más que dolores de cabeza innecesarios, pero del todo merecidos. Tortura incesante del que sabe que ha jugado a ganar rápido y fácil, y que se ha dado cuenta de que ni una cosa, ni la otra: jugar sucio, le llaman. 
Tómate el tiempo que quieras, para pensar lo que quieras, y sobre todo, en quien quieras. Pero no cuentes conmigo. 

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