Me gustaría hacerte llorar, hacerte sufrir, significar -o haber significado algo alguna vez- lo que sea para ti. Pero lo suficientemente importante como para importante lo que pienso, lo que quiero que pienses. Pero no es así; si, sé que debería pensar que no, que eramos un fifty-fifty, pero lo siento. Ambos sabemos que no fue así, y que el que más daba, en este caso perdió. En este caso no; normalmente sucede así con todo, si te das cuenta. Cuanto más estudias, más te esfuerzas, más lo deseas, más lo miras (...), menos posibilidades tienes de tenerlo. Es así, un echo innegable. Y después de eso, solo queda encontrar el lugar donde hay que poner la tirita para dejar que cure solo, o encontrar una piedra para poner en el hueco. El el hueco de la muralla que pensé que nunca caería, pero que calló. Es siempre igual, y punto.
Pero, aún no entiendo porque, contigo no es así, y no por mi parte. Que le voy a hacer, si analizas mis movimientos, uno por uno: con quien estoy, si le sonrió a este o aquel, si me toco el pelo más de lo debido, o si cambio de canción en una red social.
No, amor, eso no es normal.

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