No es justo que lo único que sepamos reparar es al resto, cuando nos resquebrajamos a cada paso que damos. Porque esos pasos suelen ser en falso, seguidos de un transpies que nos hace retroceder día tras día. Que hay dudas existenciales que deberían de ser capaces de subsanarse con tiempo, o al menos con el simple hecho de ser capaces de seguir llenando nuestros pulmones con aire día tras día; porque eso, de por si, ya es un verdadero éxito. Que no podemos dar consejos cuando somos los primeros en incumplir los principios básicos. Porque hay días en los que no hay más definiciones posibles que vocablos como "desastre" o "inconsciente" para definirnos. Porque se puede estar perdido, pero no tan desorientado que no sabes ni en que lado del ecuador apoyas los pies cada mañana.
A veces simplemente quiero volver a empezar. De cero, de absolutamente cero. Porque de las pocas cosas que tengo claras, es que no hay ni un solo aspecto en mi vida en el que no me haya equivocado, que no haya fracasado, o que no me haya acabado arrepintiendo de alguna decisión. Porque hay días en los que te replanteas, uno por uno, todos los momentos críticos que te han llevado a donde estás, y a ser quien eres (o el proyecto de quien quieres llega a ser). Y no sabes si realmente merece la pena.
Porque hay soluciones simples a problemas vitales, que están al alcance de mi mano, y que solo tengo que ser capaz de dar el paso. Mandar todo a la mierda, como dicen en mi barrio, y hacer lo que me salga del pecho. Pero, ¿qué hacer con quienes esperan algo de mí? ¿Qué hacer con esa pequeña parte de mí que simplemente me pide más, más y más, cuando apenas puedo seguir razonando sin arañarme las retinas y la conciencia? No, no tomo buenas decisiones; solo creía ser capaz de hacerlo, y hasta las que me hacen sentir más orgullosa tienen tantos "peros" que ni las considero como acertadas, al final del día, cuando me doy cuenta de que estoy lejos de todo lo que quiero,y de todos los que me quieren. Porque es imposible no sentir un abismo literal en el pecho; y creedme cuando digo y redigo que echar de menos duele más que cualquier herida física. Saber que el mundo sigue girando, y que tu no puedes hacer nada para echar el freno, ni para vivir dos vidas al mismo tiempo. Y es normal que sea así. Lo que no es normal es pretender abarcarlo todo, y no volverse loco en el intento.
Sentirse solo no es algo malo. Sentirse solo, buscar compañía en uno mismo, y detestar lo que encuentras, empieza a ser un problema. Detestar lo que encuentras, no hacer nada por solucionarlo, y continuar siguiendo la espiral de desesperación y autodestrucción sin pensarlo fríamente, es una catástrofe. ¿Y qué hacemos con nosotros mismos, cuando no hay nadie a quien explicarle esto, porque parece que seas tú la única persona de tu entorno que se encierra en nochesencaas y días más oscuros? Porque no hace falta que nadie te rompa, cuando eres capaz de hacerlo sin problema ningún día tras día. La morriña es real, amigos, no algo inventado por los gallegos para quererse más.
Y supongo que más que echar de menos a un lugar, o a una serie de personas, echo de menos ser pequeña. De no tener preocupaciones, ni decisiones más allá que las del día al día; echo de menos la inocencia y la ausencia de dobles sentidos. Pero sobretodo echo de menos querer sin medida, ya fuera a mi misma o alguien de alrededor. Echo de menos no tener una presión en el pecho día si y día también, no derrumbarme y llorar a escondidas, no tener que ser fuerte por mi sola, ni desmoronarme en mil pedazos a la mínima. Porque la estabilidad, ahora mismo, prende de un hilo; y no sé que es lo que necesito, ni que tengo que cambiar para no cambiarme tanto que no conozca a quien ha cambiado. No sé que hacer, y hay demasiados interrogantes últimamente en mis días como para no querer arrancarme la piel de debajo de las uñas a la mínima. Porque salto con poco, y enseño los dientes por nada. Me pierdo, me consumo, y no hago más que dejarme llevar cuando me sería mejor darle una vuelta de tuerca más antes de actuar. Y callarme en las puntas de las pestañas cuando tengo la pequeña calma al alcance de los dedos. Porque este es mi mundo al revés, y ya es hora de ponerlo del derecho de nuevo, si es que alguna vez lo ha estado así. De no ser de esta manera, no sé donde acabaremos. Porque todos tenemos un límite constituido por una fina línea, y yo me dedico a saltar sobre ella cada dos por tres. Que la cordura no existe, y solo quiero volver a casa. Y por casa no hablo de un lugar físico, sino de un estado anímico en el que simplemente, todo está bien. Porque estos años han sido una locura, y ahora entiendo porque la gente se sorprende de que nada me afecte: porque no encajo nada, porque pospongo los golpes, tantodque no asimilo sentimientos. Simplemente, dejo que pasen a través de mi, y que afloren a destiempo. Porque cuando el sumidero está atascado, no es capaz de tragar nada más, y así es como se atascan los desagües. Y si la vida es el agua que limpia los platos de esta nuestra sociedad, yo soy el sumidero atascado, y la mierda amenaza con impedir que sigan pasando más momentos. Así que, por favor, desde esta pequeña ventana, pido que alguien me traiga vinagre y bicarbonato. Que me explique como soluciono ahora una vida de ideas y venidas, y de trozos y destrozos. Porque sino, me planto de una vez por todas, aunque tampoco sabría que hacer con los años que me quedan.
En definitiva, estoy perdida. Muy perdida. Y estoy sola. Muy sola. Y hasta hace poco pensaba que estaba bien con ello, pero no es así. Y hay tantos aspectos de mi misma que cambiaría sin pensarlo demasiado, que creo que no quedaría de mí más que hueso y carne. Que no sé que es lo que me pasa, pero no me aguanto más. Que por pasar, no pasa nada; pero pasa por mí todo lo que no debería pasar, y estoy harta de verme en situaciones inverosímiles, en las que siempre salgo mal parada. Y hundida. Y sintiéndome peor que en el momento en el que entré en juego. Y eso tampoco es justo. Que debería alejarme de todo, un par de pasos, para tener la vista completa del panorama. Pero, ¿y sí en completo me gusto menos que en cachitos? ¿Por qué no hay quien cambie esto? ¿Por qué soy incapaz de ahorrarme las malas mañanas, y encaminar mi sentido hacía un puerto en el que no me sienta pequeña, infeliz o simplemente más perdida que en alta mar? Puede ser porque, aunque crea que lo estoy intentando con todo mi ser, no sea así.
Vale, vamos a volver a empezar. No sé como, pero bueno. Hay que ser positivos, y he sobrevivido una semana más. Así que eso tiene que querer indicar algo.
Aunque sea que, simplemente, es demasiado pronto para tirar la toalla, porque ni siquiera nos hemos dado la oportunidad para hacerlo.
Sí, quizás sea eso.

No hay comentarios:
Publicar un comentario