Sigo pensando contigo; y más que contigo, con la idea de ti.
No tengo ningún motivo aparente para ello, ya que no hemos vivido ni tanto ni tan intensamente como para ello. Simplemente, creo que era la pequeña inyección de perdición de cordura que necesitaba en ese momento; y joder, que bien me sentía. Y eso que la verdad es que no soy capaz de recordar todo, pero juro que, al día siguiente, la conexión de cerveza seguía estando ahí. Y que los pequeños y efímeros momentos que derivaron a raíz de eso también han sido memorables. Creo que el verdadero motivo de que te siga dando vueltas es que fue algo totalmente inesperado, pero totalmente natural. Fácil, sencillo, y hacía tiempo que no me sentía así de bien. Demasiada confianza en muy poco tiempo, y con espejismos en vena varios. De acuerdo, puedo reconocer que estábamos pletóricos, sintiendo que podíamos comernos el mundo comenzando por nosotros mismos, o por lo menos así me sentía así.
Será porque cumples todas y cada una de las opciones de aquella lista estúpida que se hizo en el salón de mi piso, una tarde de lluvia, menstruación o resaca; o incluso las tres cosas. Y pensar que la idea para aquel día era llevar una serie de panfletos para encontrar a alguien que los cumpliera todos; y tú ya estabas allí, y ni siquiera se me ocurrió considerarte.
El problema, el gran problema contigo, es que estoy convencida de que eres mi versión masculina. Y yo no me daría una oportunidad a mi misma ni loca, a no ser que estuviera dispuesta a destruir mi vida, mi calma, y a introducirme en un circulo cerrado y viciado de autoconsumirse y de destrozar todo aquello que está al rededor del huracán. Y tengo claro que sonrió y finjo que no me importa nada, cuando me está desgarrando por dentro; pero es lo que hago, y es lo que me hace ser como soy, al fin y al cabo. Es, sin duda, mi mejor virtud, y mi peor defecto. Soy algo así como un arma de doble filo, y si no te quieres hacer daño, tampoco puedes intentar hacer daño al prójimo. Y, si yo no fuera yo y me encontrara conmigo, no quería verme envuelta en este sin-vivir al que arrastro a todo el mundo.
No sé que esperar, ni pretendo quedarme esperando. Está claro que, lo que tenga que ser, será; y que yo no voy a dedicarme a perseguir ideas en vano. Y sé que tu tampoco, así que solo me queda acogerme a que quizás, la buena suerte o el karma o lo que sea que haya decida darme un poquito de margen para que algo salda del derecho, de una vez por todas. Pero dos meses pasan rápido, y va a ser inevitable vernos, y no sé que esperar de eso. Ni que pasará si sabes todo lo que está pasando; ni en nuevo problema me voy a meter con todo este tiempo libre. Porque también está claro que eso va a acabar pasando.
Lo que tengo claro es que yo ya no quiero jugar más. Me retiro de las grandes ligas. Bueno, me retiro en dos meses; las nuevas generaciones vienen pisando fuerte, y yo ya no tengo ni edad ni ganas para seguir con este ritmo. Y ya son muchos años ganando, y es hora de hacer algo con la fortuna. La cuestión es si tu estás en el mismo punto que yo, o si todavía no estás preparado; no solo pasa sentarte en el banquillo, sino que para salir de la plaza. Y, en mi caso, no va a ser, precisamente, una salida por la puerta grande. Pero es lo que hay, y no se le puede pedir más.

No hay comentarios:
Publicar un comentario