miércoles, 29 de febrero de 2012

Uno de cuatro.


Días especiales, únicos, geniales. Perfectos para jugar con el tiempo, el agua, los elementos al completo. Para arriesgarse todo al siete en una partida de dados. Tirar a canasta en el último segundo, con el partido empatado, de espaldas y con las manos mojadas. Para hacer un salto de alcantilado con el mar picado. Y saber que vas a ganar, ganar, y solo ganar. 
En serio, ¿no tenéis ganas de perderos? Entre la noche, las luces, el mar, los ingleses, el flash y la seda recién planchada. En un agujero negro, un pozo sin fondo, un túnel sin luces, y salir en medio de la nada blanca, inmaculada, infinita, sideral. Así que saca brillo a tus zapatos de punta, casi gastados entre la suciedad de las noches demasiado largas, y las pestañas de quita y pon. O mejor, sal descalzo. Porque hoy, cariños, el mundo va a explotar. 

¿No sabéis porque? La luna y el sol se han alineado en la conjunción perfecta, puede ser. Pero no, hoy vamos a morir todos, vamos a arder bajo la niebla de los ojos tristes, a resurgir entre las calles llenas de infamias y golpes bajos. Vamos a ser los peligros de la sinceridad, los ''chicos malos'' de la prensa, el enemigo en serie. Damos miedo, las madres protegen a los niños de nosotros. Ingenuas, sus pequeños se unirán a nosotros en cuanto les den las llaves de casa. 

Empieza la revolución, pequeños. ¿Estáis preparados?

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