sábado, 11 de mayo de 2013

Stand by state.


Y un año después, volvemos a estar en el mismo punto de inflexión, en el mismo lugar donde todo empezó  sin llegar a empezar, realmente. ¿En el mismo punto? No del todo; con más experiencia en el costado, y un par de cortes de más, que no tendrían que estar ahí. Pero de todas formas, ya no existe la excusa de intentarlo, para ver que sucede. Son tres meses en juego, un poco más. Tres meses que me niego a volver a pasarlos como los tres últimos. 
No. Por primera vez, quiero apostar sobre seguro, no dejar nada al azar. Y de hacerlo, hacerlo bien, sin complicaciones, meteduras de pata, ni sobresaltos o giros inesperados. Quiero estar segura de que no voy a perder nada, porque con lo que tengo me sobra, me basta, estoy completa. No quiero equivocarme, aunque quizás, lo mejor sea hacerlo. Ser yo quien ser ria del personal cuando nadie se lo espere.

Pero aunque me guste pensar que puedo llegar a ser capaz de hacer algo así, en el fondo sé que no. Sigo esperando a que los deseos se cumplan, y a que mi historia de cuentos de hadas se haga realidad. Pero no existen, y estoy ya en una edad en la que tengo que empezar a asumirlo. El tiempo se acaba, y cuando empieza la guerra, cualquier agujero es trinchera. Interpretarlo como queráis, pero es una realidad. Por otra parte, me encanta sentirme así. Puede que deseada, que feliz, que viva; que sé yo. Lo importante es que, después de mucho tiempo, estoy feliz conmigo misma. ¿Del todo? No, nunca es suficiente, la perfección no existe. Hay pequeños detalles que querría cambiar de mi vida, algunos no tan pequeños. Estoy en ellos, con tiempo, paciencia y constancia. 

El problema, el verdadero problema, radica en cuando acaben esos tres meses. Me da miedo. Mucho. Tengo delante de mis un mes de infarto, de dolor, en el que se decide mi vida entera. Y, sinceramente, acojona. Y después, empiezan mis tres temidos meses. No tan temidos como el que viene; es cuestión de prioridades. Pero esos tres meses... Puedo hacer de ellos los más felices de mi vida, la cuestión es cómo. Libre, perdida en incertidumbre, y con gozo espontaneo, misterioso y pasional. Atada, segura, placer total. No hay mucha diferencia, simplemente que son demasiados años encadenada a la primera opción; no por obligación, sino por gusto. 
Y de repente, te lo replanteas todo. Tu modo de ser, de pensar. Sin más. No lo entiendo, tampoco busco entenderlo. Simple, fácil, sin dolor, ni preocupaciones. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario