domingo, 23 de mayo de 2021


Desilusión e indiferencia.

No sé que sentimiento es peor. No sé si realmente sé que es sentir cada cosa, y la diferencia entre ambas. Pero sé que las dos son dolorosas, exhasperantes y que no hacen más reducirme a cenizas, dudas, y encrucijadas. Es el desgaste, es el no sentir nada más allá que cristal al cortar después de romper, es no saber que necesitar y no saber que pedir. Ni como solucionarlo, si es que hay solución. Es estar perdida y no tener claro siquiera si queiro que me encuentren.

Estoy en un limbo donde nada llega, ni nada me perturba. Ni siquiera lo que debería moverme. Pero ahí estoy, de pie, quieta, mirando al frente esperando algo que no tiene pensado aparecer. Y tampoco lo espero realmente, simplemente asumo que algo debería dislumbrarse en el horizonte, si es que existe. Pero pasando los días, las semanas y los meses, y seguimos igual. Yo en blanco y tu indiferente. Ajeno a lo que está pasando, y no sé si por hacerte el ciego y protegerte, o porque realmente no sabes leerme. No tengo ninguna explicación que dar, porque yo tampoco lo entiendo. Solo sé que esto es lo que está sucediendo, que esto es por lo que estoy pasando, y que no soy capaz de dar el paso. Porque no sé a donde darlo, porque tengo tanto miedo a materializarlo tan siquiera en mi mente que soy incapaz de pronunciarlo. Porque no quiero que esto termine, no quiero por mero capricho, por pena y tristeza, por ahorrarme el sufrimiento ahora que estoy en economía de guerra. Pero sé que no es justo. Y que estas situaciones nunca son justas. Pero, honestamente, no creo que esté preaprada para enfrentarme a esto.

¿Se está alguna vez preparada para romper con todo sin tener un motivo? Lo dudo. Y hasta que encuentre una razón, no creo que vaya a ser capaz de mover ficha. Si es que alguna vez soy capaz. Debería ser capaz de ser honesta conmigo misma en primer lugar, de identificar que es lo que siento y por lo que estoy pasando, mirarme al espejo y ser capaz de pronunciarlo. De oirme decirlo. De ver como reacciono. Pero cada vez que lo pienso, que intento verbalizar mentalmente todo esto, mi propia cabeza me enmudece. Porque no estoy preparada. O todavía necesito seguir esperando a que algo aparezca. Algo que haga que todo vuelva a ser como antes. A cuando todo era sencillo y tenía el pecho pleno, y me temblaban las piernas.

Entiendo que las cosas cambian con el tiempo, y es como debe de ser. Pero hasta ahora no era consciente de todo lo que duele que las cosas cambien. Sobretodo cuando la única salida es cruzar una ventana a ciegas y dejando a lo que más quieres detrás. Sin que esté la casa en llamas, sin que tenga las uñas en carne viva de tanto pelear, sin traiciones ni mentiras. Únicamente porque tengo el pecho vacío. Y no sé distinguir si es una fase, si es momentaneo, si es para siempre, si es que te he gastado y no puedo más. Y eso es lo que más miedo me da: tomar la decisión, dar el salto, y darme cuenta cuando ya es demasiado tarde que realmente no era algo definitivo, sino que estaba pasando por algo internamente que exteriorizó de esa manera. Ya hemos estado ahí en otros momentos, y no puedo costearme psicológicamente volver ahí. 

¿Y qué vamos a hacer? De momento, yo voy a seguir esperando. Esperando a lo que sea, pero esperando. Haciendo reflexión conmigo misma. Pero también trabajando en ser capaz de pronunciar, de decirme las verdades a la cara. Y de agauntar un poco más, a ver si veo reacción del otro lado. Pero eso también lo veo injusto; ¿por qué ibas a cambiar algo que para ti ya está bien, algo que para tí ya es suficiente? No es justo, ni es real, e igual estoy pidiendo algo que únicamente funciona para mi poniendo en jaque el bienestar de otros. Y odio ser egoista.


Pero, a fin de cuentas, quien va a estar y quien siempre ha estado he sido yo. Conmigo misma. Y sería mil veces peor fallarme a mi otra vez, que fallarle al mundo entero. Mientras esté en paz conmigo, debería darme igual el resto. Pero, en muchos sentidos, ya es parte de mí. Y decirle adiós, extirpar sin piedad esas partes, puede que sea lo más doloroso a lo que me he enfrenado jamás. No sé como hacerlo, no sé si estoy preparada. No quiero hacerlo. Pero me ronda la idea y el sentimiento de que es lo que necesito, porque aquí no hay nada más para mí. No es suficiente. Se ha terminado lo que teníamos. El desgaste, el día a día, la comodida, ha podido con nosotros. Y me siento vacía. Me siento sola. Me siento rota y todavía no he empezado a romperlo todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario