martes, 16 de diciembre de 2014



Hora de cerrar las alas, y las piernas, para poner rumbo a casa, de nuevo. Bueno, lo de las piernas es algo bastante relativo, porque lo que viene siendo este año, se ha coronando como un cúmulo de horas perdidas entre ciclos inversos que vuelven para crear cataclismos, frío de biblioteca oscura que nadie está dispuesto a solucionar, y noches demasiado cortas que han acabado con colapsos mentales, sin nada en claro al día siguiente. Así que, simplemente, es hora de volver a casa. 
Por primera vez desde que estoy fuera, tengo muchas ganas de coger ese avión, y de aterrizar. Por primera vez, no tengo miedo a ver que es lo que me voy a encontrar. Es raro, pero estoy en paz conmigo misma. No, no soy feliz; todavía no lo soy, porque todavía hay demasiados recuerdos, y demasiados momentos en los que una rompe a llorar sin saber muy bien porque. Pero estoy tranquila, serena, conforme. Apática, quizás. Volviendo al punto muerto. Porque quizás, simplemente, sea eso; que después de dos años, me estoy volviendo a encontrar. Porque recuerdo cuando fue la última vez que me sentí así de vacía, de intranscendente, de nula. Diciembre de 2012, final de la primera terrible ronda de exámenes del último curso de mi vida en casa.
Ocho de la tarde, o quizás antes. No tengo ni idea; sé que ya estaba todo oscuro, pero con este horario de invierno nadie es capaz de ponerse de acuerdo. No sé de donde venía, quizás del supermercado, o no sé. Ni idea. Sé que era mi primera tarde libre, que solo me apetecía meterme en cama para desconectar, y que, de repente, me quede parada en mitad de la calle. Y me di cuenta. No tenía nada que hacer, no había nadie que me estuviera esperando. Hacía tres meses que me habían roto el corazón, y no me había dado cuenta. Porque, sin darme cuenta de lo que había pasado, ya lo había superado. Esa fue la última vez que salí de un bloqueo emocional, como yo le llamo a esa falta de respuesta por mi parte; con pequeños descansos a esta frivolidad las noches en las que los vasos no tienen fondo, o en las que aflojaba el ritmo y me permitía dos minutos de escucharme.

Y sí, creo que voy a salir de este nuevo bloqueo emocional. Aunque no creo que esté preparada para enfrentarme a todo, todavía; pero en algún momento hay que hacerlo. Supongo. Sí, en algún momento hay que volver, y darle al play de nuevo. Y ver como todo se vuelve a caer en pedazos, arañándote los pies desnudos. Pero tomar aire, una y otra vez, convenciéndote de que todo acabará pasando. De que es un mal sueño. Pero, ¿esto no es lo que llevo haciendo todo este tiempo? Si, y no me voy a dar cuento de que es una triste pesadilla, porque es real. Es tan real que corta la respiración solo de pensarlo, que es imposible detener la cascada de verdades que recorren las puntas de mis dedos con tan solo susurrarlo en el silencio de la noche. ¿La solución? No lo sé, y repito que no estoy preparada para ello. ¿Me voy a hacer daño? Mucho. ¿Estoy tranquila? Como nunca antes.

Si algo he hecho en estos dos años, a parte de aprender a llevarme bien con mi dulce soledad voluntaria, es crecer. No reconozco a la chica que era hace dos años, y a sus problemas. Casi ni comparto los ideales con la persona que era el año pasado. Lo que tengo claro es que esto sigue girando, y lo único que puedes hacer es adaptarte como puedas. Renovarte o morir, creo que dicen. Pero yo he crecido, y me he hecho a mi misma. No sé como, pero siempre me acabo sacando las castañas del fuego. 
Así que, en este punto en el que creo que he llegado, sé que hay que afrontar los errores, pero sin arrepentirse de ellos, y no pedir perdón. Porque nadie puede pretender que te arrepientas de algo que no has hecho tu misma, que lo ha hecho alguien que ya no existe. Así que, quien quiera conocer lo que está sucediendo ahora, bienvenido sea; y quien quiera cerrarse en banda por lo que sido, también.

Porque, por primera vez, estoy tranquila. Porque voy a afrontar todo lo que he dejado atrás, ya sea por decisión propia, o por fuerza mayor. No sé como lo haré, y el momento tendrá que hablar por mi en muchas ocasiones. Pero no me voy a esconder, no me voy a callar, y no voy a dejar de pisar fuerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario